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martes, 27 de marzo de 2012

EL PLAYBOY ENAMORADO: Capitulo 8


Miley abrió la puerta del armario y tragó saliva. Estaba aterrada. Acababa de aceptar una semicita con Nicholas Barone. Aunque de hecho no se trataba ni siquiera de eso, sino que ella era un remiendo de última hora para un plan al que a él no le apetecía ir.
Miley sintió que el corazón le golpeaba con fuerza en el pecho. Entonces, ¿por qué había acep­tado? Nicholas le había parecido tan guapo y tan indefenso, y tan enternecido cuando Molly lo ha­bía llamado papá, que había sentido lástima por él.
 Sabía que aquello era ridículo. Se trataba del soltero más deseado de Boston. Era tan atractivo que cualquier mujer necesitaría un traje ignífugo para estar a su lado. Miley le echó un vistazo a su guardarropa, preguntándose si tendría algo que repeliera el fuego.
Miró el reloj y sintió otra oleada de pánico. Se suponía que tenía que convertirse de niñera a acompañante adecuada en menos de veinticinco minutos, cuando lo cierto era que necesitaría al menos una semana para llevar a cabo semejante transformación.
-Una semana... -murmuró mientras sacaba del armario un jersey marrón y una falda larga a juego.
Confiaba en que todavía le cupiera. Luego sacó un par de botas, y pensó que le harían falta también unas medias. Se dirigió a la cómoda donde guardaba la lencería. El último par que se había puesto tenía una carrera, y, al parecer, no tenía otro.
De nuevo una oleada de pánico. Intentaría ta­parla con la falda. Luego se miró en el espejo. Tenía que hacer algo con el pelo y con la cara.
Tras varios intentos fallidos de pintarse la raya del ojo, Miley se rindió. Se aplicó un poco de lápiz de labios y luego rimel en sus pálidas pestañas, se recogió el pelo en un moño informal del que se escapaban varios mechones rebeldes, pero no te­nía forma de controlarlos. Nerviosa y llena de dudas, bajó las escaleras.
Nicholas se la quedó mirando durante un rato tan largo que estuvo a punto de darse la vuelta y regresar por donde había llegado.
-Chocolate -dijo él finalmente-. Te sienta muy bien el color chocolate.
Miley se sintió casi hermosa. Tras un corto trayecto en el deportivo de lujo de Nicholas, llegaron a casa del alcalde. Un aparcacoches se encargó del vehículo y una doncella con uni­forme negro les guardó los abrigos. Con una sola mirada al recargado salón del alcalde Foorwood, Miley supo que no estaba adecuada­mente vestida. Casi todas las mujeres de la fiesta llevaban el típico vestido corto de color negro. Miley ni siquiera tenía uno de ese tipo. No lo había necesitado para su anterior tra­bajo, y desde luego tampoco para la pista de voleibol. Trató de dejar a un lado su incomodi­dad e intentó proyectar hacia el exterior una seguridad que no sentía.
Una mujer vestida con traje negro y collar de perlas se acercó hasta Nicholas y le tendió la mano.
-Nicholas, estamos encantados de que hayas venido. Bill siempre dice que una fiesta no es una fiesta si no hay representación de los Barone. Pensé que Nicole se reuniría también con nosotros -dijo la mujer observando a Miley.
-Nicole está enferma, y Miley ha sido lo sufi­cientemente amable como para acompañarme en el último momento -aseguró Nicholas-. Miley Fenton, Jo-Ann Forwood.
-Es un placer conocerla. Tiene usted una casa preciosa -dijo Miley.
-Gracias. ¿Trabaja usted con Nicholas? -pre­guntó Jo-Ann mirándola con mal disimulada cu­riosidad.
-Bueno, acabo de empezar a...
-Miley es una buena amiga de la familia -inte­rrumpió Nicholas-. ¿No acabas de decirme que tienes sed? -preguntó girándose hacia ella.
Miley se preguntó por qué no querría que Jo-Ann supiera que era la niñera de su hija.
-Avisaré al camarero para que os atienda -dijo Jo-Ann-. Discúlpenme un momento.
-¿Por qué no quieres decirle que soy la niñera de tu hija? -le espetó Miley en cuanto la otra mu­jer se hubo marchado.
-Porque no es asunto suyo -aseguró Nicholas con irritación.
-¿Y no será porque te da vergüenza estar aquí con una niñera?
-Yo hago lo que me viene en... -comenzó a decir él con los ojos llenos de rabia-. Luego ha­blamos. Por aquí viene el alcalde.
Durante los siguientes treinta minutos, Miley conoció a seis personas, y todas ellas pregunta­ron por Nicole.  Miley cada vez se iba poniendo más sombría ante la expresión de duda que mostraban sus rostros cuando la miraban. Se sentía como un pez fuera del agua. Y, para ser sinceros, no tenía ningún interés en entrar en el agua. Por alguna extraña razón, lo único que quería era agradar a Nicholas. Pero la fiesta si­guió su curso, y  Miley pronto se vio separada de él. Una mujer hermosa tras otra reclamaba su atención.
Desplegando mentalmente la bandera blanca de rendición, Miley se bebió otra cerveza y deam­buló por el salón sin saber muy bien qué hacer. Finalmente, optó por sentarse en una butaca que estaba en la habitación adyacente. Al menos, allí estaría a salvo de todas las miradas.
-Al fin te encuentro -dijo la voz de Nicholas a su espalda al cabo de bastante rato-. No estoy acostumbrado a tener que perseguir a mis acom­pañantes.
-Bueno, yo no soy realmente una acompañante —aseguró ella—. Más bien soy la niñera de tu hija ejerciendo de ello y a la que no tienes que atender en un acto al que no tenías ganas de acudir.
Nicholas guardó silencio mientras la guiaba fuera de la fiesta tras despedirse de los anfitrio­nes y los invitados.

 Aquella sensación de no ser lo suficiente­mente adecuada persiguió a Miley durante los siguientes dos días. Cuando llegó el jueves por la noche, el día de partido, estaba ya preparada para liberar toda su tensión en la cancha de voleibol. Jugó con fuerza, con demasiada fuerza, y se le montó un músculo del hombro cuando fal­taban tres minutos para terminar el partido.
Su equipo había ganado, y sus compañeros es­taban encantados con la actuación de Miley. Que­rían llevarla a su bar favorito para celebrarlo, pero a ella le dolía demasiado el hombro como para andar por ahí. Condujo hasta casa, abrió la puerta principal con su llave y avanzó por el pasillo tra­tando de no hacer ruido. Lo único que quería era disfrutar del silencio y de la paz de su habitación.
-¿Qué tal el partido? -preguntó a su espalda una conocida voz masculina en un tono que le provocó un vuelco al corazón.
Miley se puso tensa, pero no se dio la vuelta. No quería mirarlo. Últimamente, aquel hombre ocupaba demasiado sus pensamientos.
-Estupendamente. Los machacamos. El único problema es que yo también me he machacado el hombro en el intento.
-¿Es grave? —se interesó Nicholas acercándose más.
-No creo que me muera de esto.
-Pero tiene que dolerte muchísimo -aseguró él con una sonrisa de conmiseración-. ¿Por qué no te metes en el jacuzzi que hay en el gimnasio del piso de abajo? Te vendrá muy bien.
Miley no podía negar que la idea de sumergirse durante unos minutos dentro de una bañera ca­liente de burbujas era de lo más tentadora.
-Eso haré, y luego me meteré directamente en la cama -dijo finalmente mirándolo-. Gracias.
Miley subió a toda prisa las escaleras, se quitó la ropa y se puso un bañador. Al darse cuenta de que tal vez se encontraría con Nicholas, decidió ponerse además un chándal. Bajó las escaleras que llevaban hacia el mini gimnasio y se encon­tró con que la luz ya estaba encendida y la ba­ñera burbujeando con aspecto incitador.
Exhalando un suspiro de alivio al comprobar que Nicholas no estaba a la vista, Miley se quitó el chándal y se metió en la bañera de hidromasaje. Se hundió en el agua caliente y gimió de placer mientras sus músculos comenzaban inmediata­mente a destensarse. Cerró los ojos y se relajó.
-Es el hombro derecho, ¿verdad? -preguntó Nicholas a su espalda.
Le dio tal susto que Miley se incorporó como movida por un resorte.
-Tienes que relajarte -aseguró él colocándole la mano sobre la piel desnuda.
-Sería de gran ayuda que no aparecieras de­trás de mí como una serpiente.
-No ha sido así. Estabas casi dormida -dijo Ni­cholas mientras le masajeaba suavemente el hombro-. Relájate.
¿Cómo iba a hacerlo con él tocándola? Miley ce­rró los ojos y suspiró. Mientras Nicholas se mantu­viera fuera de la bañera, no habría problemas. Se permitió a sí misma relajarse mientras los dedos de Nicholas le trabajaban el músculo agarrotado.
-Es muy difícil hacerlo desde esta posición -lo escuchó decir entre dientes-. Voy a entrar.



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MUAAAJAAJAAAAAAAAAAAA SE LA DEJO HASTA AHI JAJAJ, MAÑANA SI PUEDO LES SUBO OTRO, ESTOY ESTUDIANDO INGLES Y NO TENGO MUCHO TIEMPO, PERO NO LAS PODIA DEJAR SI UN CAP DIARIO :) BESITOS AHORA LES SUBO UNO DE OLA DE CALOR ;) GRACIAS POR SUS COMENTARIOS :) Y MAYII, YA VOY A SEGUIR LA DE NO HAY MARCHA ATRAS, NO SEAS ANSIOSA JAAJ BYEEEE ♥

3 comentarios:

  1. O.o Nick buscando excusas para estar con Miley hahha siguela =D besos

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  2. awwww lo ame esta genealisisismo ahh tienes que seguirla prontoo ahhh hermanita por que la dejas ahii me quieres infartar tuu ahh dimeeeee

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  3. aaww que malis eres jejeje no la dejas ahi sube la siguiente que el capis me encantoo!!!

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Gracias por tu comentario :) ♥