Cuando Nick decidió
ahogar sus penas, no se imaginó que aquello acabaría convirtiéndose en una
reunión del Club de los Chicos Malos. Llamó a Lucas, y de repente la reunión de dos
personas se convirtió una de cuatro.
Nick miró a sus camaradas y movió la cabeza con
sorpresa.
—Todos
estan casados. ¿Cómo han conseguido escapar el día de Nochebuena?
—Ha
sido fácil —respondió Stan Michaels, ahora médico traumatólogo—.
Todas las señoras están en mi casa.
—Dando
consejos y apoyo a Jenna Jean —se burló Lucas.
Nick los miró sorprendido. Sabía que Jenna Jean era
una abogada de gran reputación. No se imaginaba por qué razón podría necesitar
que la aconsejaran.
—De
acuerdo, he picado. ¿Por qué?
—Vamos
a tener un bebé —dijo Stan, con una sonrisa tan amplia que su rostro
parecía a punto de partirse en dos.
—No me
lo puedo creer —Nick lo miró con sorpresa—. Enhorabuena —dijo
automáticamente, pero pensar en niños le recordó a Miley , y eso le dolió. Miró
a Joe Caruthers.
—Tampoco
entiendo que tú estés aquí. No creí que volviera a verte más que en foto, ahora
que vives en Colorado.
—Mi
mujer no hacía más que sugerir que ampliara mi negocio de franquicias con un
socio en Roanoke —explicó Joe—. Es una buena excusa para volver
por aquí de vez en cuando.
—Sí,
eres el único que queda, Nick —dijo Lucas—. ¿Cuando vas a dejar de ser el
Soltero del Año?
—Nunca
—respondió. Resuelto a no dejar traslucir que estaba ahogando sus penas en
cerveza, pidió otra ronda.
—No me
digas —interpuso Lucas—. Sabes, Amelia, mi mujer, lee mucho. Es
catedrática y es una chica lista.
—Y aún así
se casó con él —exclamó Stan, simulando asombro. Lucas lo miró de reojo.
—La
próxima vez que necesites consejos sobre el coche… —amenazó.
—OK OK —dijo Stan—. Acaba lo que ibas a decir.
Lucas, dueño del único concesionario de coches
extranjeros de Roanoke, sonrió.
—En la
facultad reciben todos los periódicos. Hace poco leyó un artículo muy
interesante que decía que sonaban campanas de boda para Nick
Nolan.
—Una
errata —dijo Nick, temiendo que se le cortara la digestión—.
Esos editores de sociedad siempre se hacen un lío.
—Lo más
interesante de todo —continuó Lucas, haciendo caso omiso de Nick— era el
nombre de la futura esposa.
—No
sigas, Lucas —advirtió Nick.
—Todos
la conocemos —añadió.
Nick se pasó la mano por la cara y blasfemó entre
dientes.
—Esto
es una encerrona —se quejó.
Lucas lo miró con cara de absoluta inocencia.
—Oye,
has sido tú el que me ha llamado.
—Es una
emboscada.
—Mi
mujer es psiquiatra —intervino Joe con una sonrisa—. Ella lo denominaría
una «intervención».
—Miley Polcenek —se asombró Lucas—. La hermanita de Trace el abusón. ¿Cómo te
comprometiste con ella?
—Es una
historia muy larga —dijo Nick, y dio otro trago de cerveza—. Una de la que
esperaba olvidarme hoy —añadió sombrío—. No era un compromiso de verdad.
—¿Así
que en realidad no estabais juntos? —preguntó Stan.
—No he
dicho eso —miró sus caras expectantes—. No les interesa.
—¿Crees
que vamos a perdernos la historia de cómo Nick se lió con
la hermana del tipo que le rompió la nariz? —dijo Lucas, recostándose en la silla.
Nick se dio por vencido y comenzó a hablar:
—Así
que dice que me quiere y que no piensa volverme a ver —concluyó, tres cervezas
después. Eso le dolía como si tuviera una estaca clavada en el corazón.
—A mí
me parece muy lógico —dijo Stan, poniendo los ojos en blanco—.
¿Quieres que Miley vuelva contigo?
Sí. La respuesta llegó, inequívoca.
Pero fue incapaz de decirlo en voz alta. Aún estaba luchando
contra la idea de que necesitaba a Miley. Luchando y perdiendo
la batalla.
—Me he
acostumbrado a tenerla a mí alrededor. Me he acostumbrado a tenerla en mi vida.
—Estabas
perfectamente antes de conocerla —le recordó Joe.
Nick asintió con la cabeza. Le resultaba difícil
recordar cómo era su vida sin Miley, pero desde luego que no había creído que
le faltara algo. No se reía tanto, recordó. No sentía tanto. Lo cierto es que
en ese momento preferiría no sentir tanto.
—Y
ahora ya no lo estás —dijo Joe.
Nick pensó en retomar su vida anterior, sin Miley. La idea le hizo sentirse enfermo.
—Clavale
un tenedor —dijo Lucas, leyendo la verdad en su rostro—. Está
vendido. Se ha enamorado de la hermana de Trace Polcenek.
—Nunca
he creído en el amor. Por lo menos, no para mí —objetó Nick,
arrugando la
frente.
—Yo
tampoco —dijo Joe.
—Ni yo
—dijo Lucas.
—Igual
digo —apuntó Stan.
Nick volvió a sentir dolor de estómago.
—Admitirlo
es la mitad de la batalla —anunció Lucas—. Caemos pataleando, pero caemos.
—Y nos
levantamos con una sonrisa en los labios —añadió Stan.
—Eso,
claro, si consigues que vuelva —dijo Joe—. Te puedo decir, por experiencia
personal, que recuperar a una mujer después de haberla perdido requiere
dedicación total. Si no la quieres, si no te es tan imprescindible como el aire
que respiras, no te molestes. Ahórrate el mal trago.
Miley era una mujer liosa, emocional, del tipo que Nick siempre había evitado. Sin
embargo, ni una sola vez había deseado que saliera de su vida. Nunca la había
deseado menos, siempre quería más.
Tenía
la rara capacidad de hacerle sentirse poderoso como hombre y amado como ser
humano. Estar con ella le hacía pensar que el mundo era maravilloso. ¿Estaba
dispuesto a renunciar a ella? ¿Era capaz
de renunciar
a ella?
—A
veces, la rendición es el primer paso para obtener la victoria —dijo Stan.
—La
quiero —admitió Nick, y decirlo fue como quitarse un peso de
encima—. La quiero junto a mí.
Sus
amigos de toda la vida lo miraron en silencio.
—Necesito
un plan.
Lucas se echó a reír y levantó la cerveza para
hacer un brindis.
—Ésa es
la especialidad del Club de los Chicos Malos,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario :) ♥