La sangre le ardía en
las venas a Nick, pero sintió que su vecina se estremecía y se ponía rígida de
repente. Ella se apartó primero. O lo intentó.
Nick se dio cuenta de
que ella quería separarse y pensó que estaba bien. Pero no así. No como unos
adolescentes asustados que huían de su propio deseo.
La estrechó con más
fuerza, sólo un momento más, hasta que la respiración de los dos volviera a su
ritmo normal. Nick olió a rosas, escuchó el susurro del viento y deslizó los
dedos por el sedoso pelo de la joven. La besó en la frente con ternura.
—Está bien —dijo con
suavidad.
Ninguno de los dos había
buscado esa pasión, ni la había esperado. Pero él no la forzaría a seguir, ella
no tenía nada que temer. No de él.
Pero para ella no estaba
bien. Sonrojada, con la boca temblorosa, apartó la cara.
—No quería...
—Vamos, Miles . Tómalo con
calma, yo tampoco quería que sucediera esto.
—No sé qué…
—Yo tampoco.
—Sólo ha sido un error.
La gente comete errores a veces. Pero puedes confiar en mí, Nick. No volverá a
suceder.
Y se fue. Se fundió con
las sombras de la noche antes que él pudiera contestar. No sabía lo que habría
dicho. El comentario de Miley fue como una disculpa. No tenía mucho sentido, ya
que él fue quien la besó.
Pero la reacción de ella
no lo asombró. Nunca había comprendido a Miley.
Esperó hasta verla subir
los escalones de su porche, oyó el ruido de la puerta de su casa al cenarse y
vio apagarse la luz del porche. Luego volvió a entrar en su casa.
Quizá era más de la una,
pero ya no tenía sueño. Vació las botellas de cerveza en el fregadero, apagó
las luces de la sala y subió a ver cómo estaban sus hijas. Estaban dormidas.
Noel tenía encendida la radio. Angie abrazaba un oso de peluche. Nick apagó la
radio y subió al tercer piso de la casa, para asomarse por la ventana.
La casa de Miley era
idéntica a la de él, pero ella usaba los cuartos de manera diferente. Nick
dormía en el tercer piso. Miley en el segundo. La luz de la habitación de Miley estuvo encendida otra media hora. Un buen rato después de que ella la apagó, Nick se quedó de pie delante de la ventana, viendo cómo la luz de la luna
iluminaba el encaje de las cortinas del cuarto de su vecina.
Las cortinas del cuarto
de Nick no tenían encaje. Eran de tela sintética. El mobiliario y la decoración
de su casa eran sencillos. A Nicole nunca le había interesado la decoración de
interiores.
Era una mujer con la que
era fácil convivir. No había en ella nada de frágil. Era sencilla, vital,
entusiasta.
Nick nunca había
modificado su estilo de vida por su mujer, no porque no lo hubiera querido,
sino porque Nicole se habría enfadado si lo hacía. Nicole era una mujer independiente
y respetaba la independencia de los demás.
Había estado enferma dos
años; fue una enfermedad lenta y dolorosa. La gente pensaba que Nick había
lamentado su muerte. No era cierto. Había lamentado esos dos largos y penosos
años. Había sufrido intensamente por no poder ayudarla, por no poder aliviar su
dolor.
Nick la había querido,
de eso no cabía duda. Pero siempre había faltado algo; no para ella, para él. Nicole nunca lo había necesitado. Como hombre, como esposo, como otro ser humano. Nick hubiera querido que lo necesitara, en especial esos últimos y espantosos
meses. Ella nunca le había dado esa oportunidad.
Cuando ella murió, la
gente pensó que la repentina obsesión que Nick mostraba por su trabajo se debía
al dolor de su pérdida. Pero la verdadera razón por la que se había volcado en
su trabajo fue porque se sentía culpable. El agotamiento físico y mental era
más fácil de soportar que los malos recuerdos. Nicole nunca había sido
verdaderamente feliz en su matrimonio. Dios sabía que él tenía razones
poderosas para sentir lo mismo. Pero sabía que no podría haberse casado con una
mujer más buena. Nicole era buena, noble.
La falla estaba en él.
Había estado casado catorce años con una mujer excelente... y siempre se había
sentido más solo que un ermitaño.
Se apartó de la ventana.
Se desnudó y se metió en la cama después de apagar la luz.
Miley no era Nicole.
En nada se parecía a
Nicole.
Quizá era independiente
y orgullosa, pero también era extravagante. Llevaba ropa del siglo diecinueve y
llamaba la atención por la calle con su pelo rojo. Y Además era apasionada.
Nick siempre había
deseado encontrar una mujer a la que él le importara. Quizá había dejado de
creerlo posible a causa de Nicole, y con Miley... bien, quizá no era sensato
enamorarse de una mujer a la que no entendía. Sería peor aún arriesgarse a
lastimar a alguien que ya había sufrido una decepción.
Aunque en realidad no
sabía si Miley había sufrido una decepción. Lo único que sabía con certeza era
que ella lo atraía y lo intrigaba sobremanera. Se acordaba de su perfume, de su
cuerpo pequeño acoplado al de él, de sus pequeños senos puntiagudos, de su
suave piel...
¿Sabes cuánto trabajo
tienes mañana? No podrás dormir si no dejas de pensar en ella, Nick Larson, se
reprochó a sí mismo.
Pero por primera vez en
meses, quizá en años, Nick no quería dormir.
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BUENO CHICAS HASTA ACA EL MARATON DE ESTA NOVE :D ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO. DEDICADO A TODAS AQUELLAS QUE VOTARON Y PIDIERON POR ESTA NOVE :)
hahaha me encanto, casi me muero de la risa caundo le empezo a contar lo cambios de humores de Noel, siguela
ResponderEliminarAww me encnto en maraton de esta nove jiji estuvo divertido y emocionante sigue pronto esta nove amix plixxx besitos!!
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