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sábado, 24 de diciembre de 2011

SUMISA: Cap.5 INFIERNO RUGIENTE (parte 2)

-Miley.- Su voz estaba llena de reproche cuando él se levantó y la obligó a cambiar de dirección a fin de que su espalda fuera hacia él. Afortunadamente, la forma en que tenía, anudada la bufanda y colocada en el gancho libro a sus muñecas del dolor. Pero su cuerpo fue otra historia. A ella le dolió de estar colgada de sus brazos, así también lo desea y comenzaba a sentir luz con membrete.
-Me encanta tu pelo,- dijo Nicholas después de que le diese la vuelta a fin de que su espalda estuviera hacia él. Él paso los dedos a través de su pelo y Miley suspiró en la percepción lujosa de él. -¿Sabes cuántas veces te he imaginado desnuda, a horcajadas sobre mí, con tu pelo deslizándose a través de mi piel?
Se entusiasmó. Ella no había tenido ni idea. -¿Realmente? No, quiero decir, Cariño-.
Él continuó pasando sus dedos por su pelo de un modo que le hizo a ella querer gemir. -Excepto que esto no es todo lo que he imaginado-.
Él la dejó por un momento y lo siguiente que ella oyó fue la aspersión de la ducha y el agua caliente se lanzó a través de su pelo. Cuando estuvo mojado, él empezó a enjabonar su pelo, dándole masajes a su cuero cabelludo.

-He imaginado que estabas atada en mi cama mientras te tenia hasta la muerte-. Su masaje se intensificó y en el mismo momento la intimidad de Miley recibía con humedad sus palabras. -Te he imaginado aquí, caminando desnuda al lado de mí a través del centro vacacional mientras otros hombres admiraban tu cuerpo, y si escojo a alguien más que alguna vez nos tocara a usted pero a mí no.
Miley se calmó. -¿Usted no me haría hacer eso, cierto?
-Te has ganado por si misma otro castigo, bebé- Él empezó a enjuagar el jabón de su pelo. -Te expresaste públicamente de nuevo y no me dirigiste la palabra correctamente.
Miley se combó en contra de sus brazos. -Lo siento, Cariño-.
-No te puedo dejar lograr evadir toda responsabilidad. ¿Tú entiendes, o no ?
Ella suspiró. -Sí, Cariño-.
-Bien-. Él le dio la espalda y alcanzó arriba a desatar la bufanda haciéndole a ella salir del gancho.
Cuando él la soltó, le dio masaje a sus brazos doloridos hasta sus muñecas y le sonrió. -Es tu turno de lavarme.-
Con mucho gusto. -Sí, Cariño-.



Ella usó el showerhead en él, disfrutando de cómo el agua perlaba y abrillantaba su piel de color bronceado. Cuando terminó, le enjabonó a fondo, explorando cada pulgada de su cuerpo excitante. Ella quería tenerlo, pasar sus uñas por su espalda, e hincar el diente en su hombro. Ella lo quería duro y rápido inexplorado.
Cuando alcanzó su ****, ésta estaba muy erecta, ella estaba de rodillas y quiso deslizar su boca sobre él otra vez, para saborearlo. Pero cuando le contempló, él negó con la cabeza.
Miley dejó escapar un suspiro pequeño y continuó lavándole las piernas, luego se movió detrás de él para restregarse sus muslos atléticos. Después de que ella le enjuagó, le lavó la cabeza. No fue fácil pues él era más alto, pero se las ingenió para alcanzarle.
Cuando terminaron de darse una ducha, Nicholas los secó con toalla a ambos, luego la guió desnuda hacia el tocador que había en el cuarto de baño donde él procedió a peinar su pelo. Sus mejillas ardieron de deseo cuando ella estudio su imagen a través del espejo, estaba desnudo y se concento en sus características misteriosamente sustanciosas. Fue un momento tan íntimo, con él peinándole su pelo, que ella sintió un revoloteo en su corazón.
Una vez que su pelo colgaba lacio por su espalda, cada enredo peinado, Nicholas inclino sus dedos a través de su pelo alborotándolo y dándole una apariencia desordenada y erótica. Cuando acabo, él la escolto de vuelta al dormitorio.

-Mañana serás castigada por llegar al clímax sin mi permiso-. Él la condujo a la cama. Por un momento Miley sintió excitación por poder acorrucarse al lado de Nicholas en la cama mientras dormían, pero entonces él se arrodilló y saco una cama de ruedas de debajo la cama grande.
Su corazón cayó y le envió una mirada envenenada a Nicholas.
-Lo siento, cariño, pero me has desobedecido. Tú dormirás aquí esta noche, y mañana si te lo has ganado, podrás acostarte en la cama conmigo.
Miley clavó los ojos en él. ¡El bastardo! Pero cuando los ojos de Nicholas se ensombrecieron, ella se tragó su cólera y dijo, -Sí, Cariño-.
Ella se metió en la cama, bajo las sábanas. Él se arrodilló al lado de ella y le dio un beso en la frente. -No trates de llegar al clímax esta noche-. Él acaricio ligeramente su hombro a través de la manta. -Lo sabré y te ganarás otro castigo-.
Miley casi gimió cuando él se fue de su lado. Se olvidó de esa idea.

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