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jueves, 22 de diciembre de 2011

Liberty Walk: Capítulo 8

–Te ves como si alguien hubiera matado a tu mejor amigo.

Nick levantó rápidamente la cabeza al escuchar el sonido de la voz de su amigo y colega. Sentado detrás de su escritorio en su oficina de la universidad, señaló la silla vacía del otro lado, indicándole que podía sentarse allí.

–Buenos días, Kevin. No te había visto desde que te fuiste de vacaciones a Roma. ¿Qué tal estuvo el viaje?.

–Genial –Kevin Castell, vestido con el mismo traje sensato de profesor de pantalones de tweed, camisa formal y chaqueta que Nick llevaba, asintió a su amigo mientras se levantaba los pantalones a la altura de la rodilla y se sentaba– este trimestre tengo una clase sobre derecho romano, así que el viaje me vendrá bien. Pasé algunos días visitando las bibliotecas de derecho allí, viendo las reliquias de primera mano. Fue excelente.

Nick pensó que sonaba terriblemente aburrido en comparación con los tres días que él pasó en el Edén, pero decidió no decir nada. No tenía sentido cambiar el buen humor de Kevin sólo porque el suyo había estado por el suelo los últimos tres días sin Miley

–Me alegro de que la hayas pasado tan bien, entonces.

–Yo también –Kevin analizó su cara por unos instantes antes de decir nada más. Estiró la mano hacia él mientras se acomodaba mejor en el asiento– Bueno. ¿Qué te traes?.

Sorprendido, Nick levantó la vista. Se le ocurrió que quizás se veía algo distraído. No es que no lo estuviera.

–¿Qué quieres decir?.

Kevin suspiró.

–Vamos, hombre. Te conozco desde que estábamos juntos en la universidad. ¿Qué está pasando? ¿Por qué te ves tan endemoniadamente deprimido?.

–¿Me veo deprimido? –preguntó, esperando parecer sorprendido.

Kevin reaccionó simplemente suspirando otra vez.

–Muy bien, muy bien –dijo Nick , suspirando un poco él también. Levantó los lentes de marco dorado sobre el puente de su nariz y miró a su más viejo amigo. Sacudió la cabeza, tratando de quitarle un poco de peso a la situación– es una mujer.

–¿Una mujer? –Kevin analizó su cara con curiosidad– Nicole no parece ser de las que hacen deprimir a un hombre. Sin ofender al ratón, pero yo…

–No estoy hablando de Nicole. Ella me dejó hace una semana, de hecho.

Kevin levantó las cejas rápidamente. Se inclinó más sobre el escritorio de Nick y sonrió.

–El ratón juntó el coraje para dejarte, ¿eh? Cuéntame. Y mientras tanto asegúrate de contarme sobre esta otra mujer –su sonrisa era contagiosa– quiero los detalles.

Nick meneó la cabeza ante el extraño humor de su amigo, pero le dio los detalles que quería. Le contó de cuando conoció a Miley en la tienda Jenners, cuando Nicole terminó con su relación esa misma tarde, y cuando juntó el coraje para seguir aMiley Ray Cyrus hasta Strathy Point.

Veinte minutos después, cuando la historia concluyó frente al Balmoral, Kevin juntó las palmas de las manos y lo miró detenidamente.

–Estoy asombrado –confesó.

Nick asintió resoplando.

–Yo también –suspiró– no puedo creer que tuve el coraje de seguirla en primer lugar, mucho menos…

–Eso no es lo que me asombra –Kevin sonrió– aunque descoloca un poco a uno.

Nick lo miró extrañado.

–¿Entonces qué es exactamente lo que te resulta tan asombroso?.

La expresión en la cara de su colega indicaba que debió haber sabido la respuesta.

–Que la hayas dejado irse de tu vida tan fácilmente, por supuesto. Ni siquiera hiciste el intento de ver si las cosas podrían haber seguido avanzando.

–¿Para qué, Kevin? –rió por lo bajo, menospreciándose– no soy el mejor ejemplo de un hombre con una vida emocionante. ¿Puedes imaginarte a alguien como Miley Cyrus, con todo lo que te he contado sobre ella y su estilo de vida, siendo feliz a largo plazo con un profesor de matemáticas?.

–¿Y por qué mierda no? –respondió Kevin incrédulo– no hay nada de malo en eso, carajo.

–Es aburrido –dijo Nick claramente, enunciando perfectamente cada palabra– yo soy aburrido –hizo un gesto de desinterés con la mano– no hablemos más del tema. Estoy tratando simplemente de sacar lo que pasó el fin de semana de mi cabeza y seguir adelante como antes.

Kevin suspiró, meneando la cabeza levemente.

–Si eso es lo que realmente quieres… –habló con voz afectada, demostrando que no creía que Nick quisiera eso en realidad.

–Por supuesto que no es lo que quiero –replicó– pero tampoco soy propenso a complacerme demasiado con una vida de fantasía demasiado activa.

–A mí me parece que tienes miedo.

–¡Eso dolió! ¡No tengo miedo!.

–¿No? –Kevin juntó las cejas con descreimiento– entonces levanta el teléfono y llámala.

Nick no supo qué decir a eso. Miró sobre su escritorio y comenzó a jugar distraídamente con dos clips que estaban allí.

–Estoy seguro de que está ocupada –murmuró.

–Ah há.

Sus orificios nasales se agrandaron.

–No tengo miedo –dijo Nick apretando los dientes– soy simplemente… realista.

–Ah há.

–¡Carajo, deja de decir eso ya!.

Kevin se acercó rápidamente al escritorio.

–¿Sabes qué pienso?.

–No. Pero estoy seguro que me lo estás por revelar.

–No seas tan sarcástico, Dr.Jonas –Kevin inclinó su cabeza y fue al punto– creo que la mujer te parece inalcanzable, y estas dejando que tu miedo a que ni se le pase por la cabeza enamorarse de un profesor de matemáticas ordinario te está pudriendo la cabeza. Lo que te estás olvidando, sin embargo, es que ella es una persona común, como cualquier otra.

Nick miró para otro lado.

–Gracias por ese fascinante comentario sobre mi sórdido estado mental. Siempre lo recordaré con cariño.

Kevin suspiró, poniéndose de pie.

–Ey, lo intenté.

Nick lo miró irse, sintiéndose decididamente desolado. No había sido necesario contestar mal a su más viejo amigo porque no estaban de acuerdo en una cuestión sobre una tal Miley Cyrus.

–¿Kevin?

–¿Sí? –se dio vuelta y lo miró.

–Gracias –él sonrió– pensaré en lo que me dijiste.

–De nada –Kevin sonrió al abrir la puerta de la oficina– esperemos que sigas mi consejo y la llames.

Más tarde, esa noche en su departamento, Nick miraba al teléfono pensativo, presintiendo que era su destino levantar la maldita cosa, pero presintiendo también que odiaría el resultado de esa acción.

–Mierda –murmuró mientras alcanzaba el auricular y marcaba el número del Balmoral en el teclado.

Era un ESTÚPIDO, decidió. Un maldito ESTÚPIDO

–Balmoral. ¿En qué puedo ayudarlo?.

Aclaró su garganta, sintiéndose nervioso ya aunque solamente estaba hablando con un miembro del personal del hotel.

–Con la habitación de Miley Ray Cyrus, por favor.

–Lo siento, pero esa es una línea bloqueada. Sólo puedo comunicarlo si su nombre está en su lista de llamadas aprobadas. ¿Cómo es su nombre, señor?.

Nick  suspiró, con el corazón golpeando en su pecho.

–Nicholas Jonas, pero estoy seguro de que no estoy….

–Veo aquí su nombre, Dr. Jonas. Un momento que lo comunico.

Nick  estaba demasiado atónito como para reaccionar. No tuvo tiempo para adaptarse a ese dato potencialmente revelador tampoco, ya que en un momento un cierto bombón de Georgia estaba hablando en la conexión, y su voz humeante le produjo una erección instantánea.

–¿Hola?.

Nick  abrió la boca para hablar, pero no le salió nada.

–¿Hola? –preguntó de nuevo.

La mente de Nick fluyó en mil direcciones diferentes, mientras trataba de pensar en una excusa creíble para haber llamado, y con suerte una que no sonara demasiado patética. Aclaró su garganta.

–¿Miley? Habla Nick.

–Hola, Nick.

¿Era emoción lo que escuchó en su voz? Se movió inquieto en la silla, su erección punzantemente dolorosa.

–Se me ocurrió algo después de dejarte en el hotel hace unos días y esperaba que pudiéramos hablar de eso.

–¿Ah? ¿Y qué es?.

Sí… ¿qué es?, se preguntó a sí mismo sombríamente. Nunca había sido muy bueno para improvisar, por decirlo así, pero en ese momento supuso que su actuación era menos estelar que nunca.

–Nosotros eh…nosotros …

–¿Sí?.

–Nosotros no usamos ningún tipo de protección –eh, pensándolo bien, no habían usado. Se entusiasmó con su tema, decidiendo que era la excusa perfecta y creíble para llamar. Aclaró su garganta– quería asegurarte que estoy perfectamente saludable y sin ningún tipo de enfermedad.

Miley se quedó sin aliento.

–¡Dios mío, no puedo creer que se me escapó! Nunca me comporté tan imprudentemente en toda mi vida –dijo como si no lo pudiera creer– gracias por llamarme para avisarme. Estoy segura de que tarde o temprano me habría dado cuenta y me habría preocupado. Ah, y a todo esto, conmigo es igual. Tengo un prontuario sanitario limpio.

Bueno, pensó Nick con pesimismo, hasta aquí llegó la conversación.

–Nunca lo dudé.

–Creo que debí haberte dicho también que tomo pastillas, así que no es necesario preocuparse por si quedé embarazada tampoco.

Nick deseó que las noticias lo alegraran, pero se encontró con que sólo servían para hacerlo sentir mucho peor.

–Excelente –suspiró, sin poder pensar en otra maldita cosa que decir. Decidió que si juntaba el coraje para volver a llamarla estaría preparado con apuntes la próxima vez– bueno –dijo- creo que debo dejarte, entonces.

Ella dudó por un momento.

–Gracias por llamar.

–Por nada –jugó nerviosamente con el cable del teléfono– adiós, entonces.

–Adiós.

Nick colgó el teléfono, sintiendo una curiosa mezcla de emoción y depresión. Emoción por haber hablado con ella de nuevo, depresión porque ahora sabía con toda certeza que ella no golpearía a su puerta uno de estos días, embarazada y exigiéndole que haga algo honorable y se case con ella.

Frunció el ceño. Malditas, asquerosas, putas píldoras de mierda.

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