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jueves, 22 de diciembre de 2011

SUMISA: Cap.3 EL PORTAFOLIO.

En el momento que Nicholas oyó el golpe en la puerta sus intestinos se apretaron. Él había esperado un momento oportuno, en espera de una oportunidad con Miley. En la corporación de inversión ella estaba todo el tiempo tranquila, lejana e intocable. Pero ahora él iba a hacer más que tocar. Su ***** se endureció dentro de sus pantalones de cuero, y se preguntó cuánto tiempo iba a aguantar antes de que tuviera que tomarla.
No, él iba a hacerla esperar a ella tanto como le fuera posible.
Con zancadas lentas, constantes, caminó hacia la puerta de la suite que era espaciosa, en la seguridad de que cada momento de anticipación aumentaría el nerviosismo de Miley y el deseo. Iba a tomar toda su fuerza de autocontrol para no tenerla en el momento que la viera.
Él no se percató qué tan verdadero era el pensamiento, hasta que abrió la puerta y vió a Miley en el vestíbulo, la barbilla levantada y sus ojos brillando intermitentemente con el arrojo y fuego que él siempre había admirado en ella.
Sí, este fin de semana iba a ser interesante, por no decir más.
-Maestro Nicholas, su collar.- Christina le dio el collar a él, luego inclinando de modo respetuoso la cabeza. -Si tú no quieres nada más…-
Él le agitó la mano completamente incapaz de apartar su mirada de Miley. -Gracias, Christina.
La esclava salió fuera del cuarto, dejando sola a Miley y Nicholas. Agarrando con fuerza el collar en su puño, se recreo un momento mirándola, dejando que el nerviosismo recorriera cada maldita pulgada de su cuerpo, como el pudo apreciar. Christina había escogido el traje perfecto, la falda apretada de cuero, tan corta que revelaba las piernas largas de Miley, y el corsé levantando sus deliciosos pechos de un modo que hizo que le picaran los dedos de deseo de tocarlos.

Nicholas tomó la mano de Miley y la metió en el cuarto de un tirón. Sus dedos temblaron al agarrarla a pesar de la expresión compuesta y arrogante de su cara.
Oh sí, él iba a disfrutar enseñándole a someterse a ser su esclava.
Cuando estuvieron solos en el cuarto, Nicholas dijo -Estoy seguro que Christina te enseñó las reglas. Y que tú simplemente has elegido ignorar la primera parte.
Miley se mordió los labios, él podría ver la guerra dentro de ella. Una mujer de cargo, cediendo el control a un hombre autoritario, ella obviamente iba a necesitar que se le enseñara una lección. Probablemente varias.
Interiormente él se sonrió al pensarlo.
Cuando Miley no contestó inmediatamente, él dijo -Es que quiere un segundo castigo?
Después de una llamarada concisa de desafío en sus ojos de color azulado, Miley agacho su mirada e inclino de modo respetuoso su cabeza. –No, Cariño.- Ella se puso recta y puso las manos detrás cruzándolas en la espalda.
Él lentamente se paseó alrededor de Miley, arrastrando el collar de cuero sobre los hombros de ella y echando su pelo hacia atrás, admirando cada pulgada de la belleza de la mujer. Ella olía al aceite del jazmín.
Él se detuvo detrás de ella y pasó rozando el collar, a lo largo del interior de un muslo, y debajo de la falda hacia su montículo. Miley respiró una bocanada pequeña de aire, pero no se movió. Su mano lentamente viajó hasta sus pliegues donde ahuecó su intimidad, presionando el cuero contra su blandura. Él deslizó un dedo en su calor sedoso y ella se estremeció.
-Estás lista para mí.- Él acarició su clítoris y Miley dejó escapar un gemido pequeño cuando su humedad recubrió su mano. -¿Quieres que te penetre con mis dedos y correrte conmigo ahora?
La voz de Miley fue baja y jadeante cuando ella respondió, -Sí.
-¿Sí qué?
-Sí, Cariño.

Él se detuvo un momento, dejando la constitución de anticipación. -No, no pienso que te hayas ganado esto.- Él saco los dedos de sus pliegues. Su ***** avanzó dando sacudidas dentro de sus pantalones de cuero negro. Mierda, a este paso, él no iba a ser último en desear el desahogo.
Cuando él terminó de rodear a Miley, y estaba delante de ella otra vez, él dijo, -Levanta tu cabeza.
Miley obedeció y forzó hacia fuera sus pechos a fin de que fueran exhibidos en una forma más tentadora. Pero su pelo bastante oscuro obstaculizó la vista.
El deseo se encendió aun mas en las venas de Miley cuando Nicholas empujó su pelo detrás de sus hombros. Su intimidad todavía sintió un hormigueo en donde él la había acariciado, y ella deseaba con ganas tener un orgasmo.
Él iba vestido con unos pantalones de cuero negros tan ajustados que moldeaban sus atléticos muslos, y con una camisa playera sin mangas. Él olía bien, también. A almizcle sazonado con especias, a loción para después de afeitarse y a hombre.
Después de empujar hacia atrás su pelo, Nicholas usó el collar negro para acariciar la parte superior del corsé, sobre cada pecho, acariciando los rosados y oscuros botones de sus pezones, ella miraba a hurtadillas por encima del material. Él enganchó con un dedo la mitad de la cuerda del corsé y Miley vio jadeando como él tiraba fuertemente y se abría de pronto el corsé con un pequeño sonido explosivo y se rompía la cuerda liberando sus pechos.
-Bellos.-Murmuró, frotando de un pezón tenso hacía el otro. Agachó la cabeza y le dio un golpecito con su lengua sobre cada pezón que empezaron a ponerse duros como diamantes. Miley no podría evitar soltar un gemido suave derramado a través de sus labios, que era provocado por el contacto.

Un golpe llegó a la puerta y Nicholas levantó la cabeza. Su mirada clavada en la de ella por un largo momento. -No te muevas.- le ordenó y dio media vuelta.
Miley puso las manos delante y comenzó a subir el corsé hacia arriba por encima de sus pechos antes de que él abriera la puerta. Nicholas la recorrió con la mirada cuando su mano descansó sobre el tirador de la puerta.
-No te dije que no te movieras?-. Él le lanzo una mirada firme, mientras se guardaba el collar en un bolsillo de sus pantalones de cuero. -Te has ganado tu segundo castigo
-Mierda
-¿Tienes el deseo de ganar una tercera parte?- Su mirada se estrechó. -No hables hasta que te dé permiso para hablar, y las manos a la espalda y mantén tu espalda recta. Deje el corsé bajo tus pechos a fin de que los pueda ver cada vez que yo quiera.
Miley pensó en discutir, pero no estaba segura lo que él tenía en mente para sus castigos. Ella decidió obedecer y reponer sus manos a la espalda y alzo su barbilla aún más alto.
Cuando Nicholas abrió la puerta, dejó entrar a tres hombres con bandejas en forma de domo. Miley pensó que se iba a morir de vergüenza, allí de pie recta y con sus pechos desnudos en exhibición. Un remolino de aire entró del vestíbulo, pasando y rozando sobre sus pezones, haciendo que le dolieran aun más.
Para su alivio, los camareros no la miraron. Se ocuparon de colocar en el suelo las bandejas, levantando platos, y colocando la comida en la mesa de caoba grande que había en un extremo del cuarto.
El estómago de Miley se expreso con un gruñido aun más fuerte, cuando esta vez percibió los olores enriquecedores de langosta, camarones, asado a la parrilla, de la almeja, la sopa de salmón y el pan recién horneado.
Para alejar a sus pensamientos de la comida, y de sus pechos desnudos, contempló la habitación. Era una suite absolutamente asombrosa con sus enseres de caoba pulidos y los cojines hechos en terciopelo de color arándano rojo y agrio. Los floreros llenos de flores frescas adornaban las mesas, en lo que debía ser el cuarto de estar. Miley atrapó el perfume de rosas, orquídeas, y lirios mixtos con el perfume del aceite del limón.
En el extremo más alejado del cuarto había otro set de contrapuertas, y Miley imaginó que conducía al dormitorio. Simplemente el pensamiento de entrar en el dormitorio con Nicholas envió más emociones a través de su intimidad. ¿Dios mío, ella realmente iba tener sexo con su Vicepresidente asociado?

Cuando los hombres finalmente salieron con sus bandejas vacías, la puerta se cerró de golpe detrás de ellos. Y Nicholas se movió hacia Miley, con movimientos tan ágiles y graciosos como los de una pantera. Ella nunca le había visto puesto otra cosa que sus trajes de calle costosamente hechos a la medida, y ella no podía creer que él se viera aun más deseable con una camisa playera sin mangas y esos pantalones de cuero y esas botas negras.
Él hizo una pausa en un armario guardarropa con dos cajones, y un par de puertas que se mecieron cuando cogió los tiradores. Había varios estantes alineados al lado derecho del armario guardarropa, un surtido de artículos en cada estante. En el lado izquierdo, algunos trajes colgaban que eran sexualmente atractivos por lo que ella podía deducir.
Cuando Nicholas cerró el armario guardarropa, tenía un tubo en una mano y algo que se parecía a un cinturón negro de cuero con un consolador y un tapón al final.
Oh, MIERDA.
Miley tragó saliva. Sus ojos se ensancharon, cuando él se acerco. -Uh, no es…
-Miley.-dijo él frunciendo el ceño. -Sabes que no puedes hablar sin mí permiso.
Ella tragó saliva otra vez. -Sí, Cariño.
Él se puso ante ella y le acarició el pelo y la cara. -Y no, no estás autorizada.- Él se arrodilló ante ella y le acarició el interior de una de las rodillas. -Abre tus piernas más para mí.
Miley obedeció, medio asustada y medio excitada pensando en lo que él estaba a punto de hacerle.
Éste es tu primer castigo.- Él usó el gel del tubo y sacando el tapón del extremo poniéndole gel a fin de que destellara contra la luz suave del cuarto. Él levantó su falda y agarró una de las mejillas de su trasero con una mano. -Llevarás puesto este cinturón hasta que te permita quitártelo.

Miley contuvo el aliento cuando él colocó la cabeza del tapón en los pliegues de su intimidad, lentamente resbalo por el pasándolo hacía su trasero y amablemente empujo el tapón por la ranura del culo, llenándola profundamente. Ella tuvo que morderse los labios para abstenerse de gemir con mucho gusto.
-Estás tan caliente y mojada para mí.- Su voz sonó con una nota de satisfacción.- Bravo, pues no necesitaré lubricar el consolador.
Nicholas metió el consolador de caucho a la fuerza en su intimidad y Miley se quedó sin aliento ante la intrusión repentina. Ella casi movió sus manos hacia los hombros de él para agarrarse, pero logró refrenarse a tiempo.
Él sujetó el arnés de cuero alrededor de su cintura, conservado el consolador y el tapón tirante en los huecos de su cuerpo. Ella nunca había sentido nada tan apetecible en su vida, y pensó que se iba a correr en ese momento.
Como si leyera su mente, sus ojos azules encontraron los de ella, él se enderezó y dijo, -No puedes correrte sin mi permiso. ¿Entiendes?
Bien, fantástico. Ella vaciló, pero él estrechó su mirada y ella se apresuró a ir a decir, --Sí, Cariño.
Nicholas cambió de dirección y caminó a grandes pasos hacia la mesa cargada con comida deliciosa, y se sentó. Ella esperó a que le dijera que se sentara a la mesa, pero en lugar de eso él empezó a llenar su plato, ignorándola. Ella empezó a decir algo pero cerró de golpe la boca. Su estómago hizo la conversación por ella, gruño tan fuerte que simplemente apostó a que se habría oído a través de las puertas pesadas y fuera en el vestíbulo.
Cuando su plato estuvo lleno, finalmente él la miró. -Ven aquí.- Él señaló la alfombra que había delante de él.
Miley retuvo sus manos en la espalda y siguió sus instrucciones.Fue difícil de caminar en estiletes y verse graciosa cuando sus orificios estaban rellenos con caucho.
Cuando ella le alcanzó, él dijo, -Arrodíllate.

Ella sólo vaciló un momento luego se arrodilló ante él, sintiendo el cambio y el tirón de los tapones dentro de ella.
Él saco el collar negro tachonado de su bolsillo y lo sujetó delante de ella. -Eres mi Esclava para el fin de semana, Miley, y llevarás puesto mi collar.- El tono de su voz no admitía discusión.
Ella apretó los dientes. -Sí, Cariño.
Él simplemente dio por supuesto y levantó su pelo largo para poder sujetar el collar alrededor de su cuello. Cuando él terminó le atrapó la barbilla con una mano.- Me perteneces este fin de semana.
Los escalofríos de excitación de su tono y la apariencia de sus ojos se estremecieron a través de ella. -Sí, Cariño,- susurró ella.
-Sin embargo, tú necesitas una palabra segura.- Su expresión se volvió seria cuando siguió hablando. -Si todo lo que te pido te asusta o está más allá de lo que tú es físicamente o mentalmente capaz del soportar, dime la palabra fin y el fin de semana habrá terminado.
Miley tragó saliva. La palabra fin, la palabra fin.
-El portafolio,-susurró ella.
Por un segundo la mirada de Nicholas se llenó de sorpresa y luego se rió ahogadamente. -Trabajarás. Después de todo, tú inviertes en ti misma este fin de semana.
Miley realmente no había pensado acerca de eso como en un trabajo.
Nicholas volvió a su cena. Un vaso de champaña fue antepuesto a su plato con camarón enfriado alrededor del cerco. Él sumergió uno en la salsa roja en la mitad del vaso y llevo el bocado hacia la boca de Miley. -Come.
Ella dividió sus labios y tomó un bocado del camarón gigante que él le ofreció. El sabor fuerte de limón y del rábano picante llenó su boca junto con el camarón suculento. Conservando sus ojos fijos en ella; Él se llevo el camarón a su boca y le dio un bocado antes de sumergirlo en salsa y ofrecérselo a ella otra vez.
Mientras él la alimentaba, le acariciaba con los dedos de la otra mano los pezones desnudos. Ella gimió alrededor del mordisco de comida. Dios mío, podría llegar al clímax entre el consolador en su intimidad, y la forma que él la alimentaba, acariciándola.
El bastardo supo exactamente lo que le estaba haciendo.

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