–Maldición
Nick masculló en voz baja mientras agarraba sus gafas de la papelera. Pensó que debió haber esperado para completar el gesto simbólico de deshacerse de lo viejo y comenzar de nuevo hasta haber terminado con las clases del día.
Se había dado cuenta, casi desde el comienzo de su última clase, que no podía comprender ni su propia letra ilegible sin ayuda visual. Le quedaba una sola clase hoy y los lentes de contacto que usó en las montañas habían quedado en su departamento.
Nick recuperó las gafas, notando agradecido que no habían tirado desperdicios de ningún tipo sobre ellos. Como era un fastidioso sin remedio, sin embargo, no pudo evitar llevarlos al baño de hombres y darles una buena enjuagada.
Parado frente al lavabo mientras secaba sus lentes, se miró a sí mismo en el espejo. Empujando los lentes de marco dorado sobre el puente de su nariz, notó por primera vez que ya no se veía bien con ellos.
Había cambiado. Ella lo había cambiado. Nada era lo mismo ya, ni lo sería alguna vez.
Sonrió para sí, dándose cuenta de que no le importaba eso. Luego frunció el ceño, preguntándose qué significaba eso exactamente, y si era la intención de Miley ser parte permanente de su nueva vida.
* * * * *
Sentada a la mesa en la habitación de su hotel, Miley tomó un sorbo pensativamente del vaso de Merlot mientras consideraba su próxima maniobra.
Cuando decidió ir a la universidad esta mañana, un pequeño estremecimiento de duda la asaltó antes de llevar a cabo la seducción. Si Kevin hubiera estado equivocado en sus presunciones, después de todo, ella se habría sentido como una tonta.
Pero no. Kevin había estado en lo cierto. Nick todavía la deseaba. Estaba segura de eso ahora. El problema, como lo veía ella, era conseguir que un cierto profesor de matemáticas testarudo se de cuenta de que estaban hechos el uno para el otro.
No quería que hubiera dudas entre ellos, no quería que él se preguntara constantemente si el vínculo que habían formado en las montañas había sido un evento fortuito. Ella lo deseaba, a todo él, y quería que él la deseara tanto que se sobrepusiera a todas sus dudas al respecto y la buscara.
Entonces decidió seducirlo… y seguir seduciéndolo hasta que no pudiera soportar la idea de pasar un día sin verla. Supo que la misión estaría cumplida cuando él no pudiera esperar que ella viniera a él y, en cambio, fuera precipitadamente a buscarla.
Con la mayoría de los hombres, ése gesto no hubiera querido decir nada, pero con Nick se dio cuenta de que era exactamente lo contrario. Cuando viniera a ella, cuando ya no pudiera soportar la separación, allí sería cuando sabría que él era suyo… enganchado con anzuelo, línea y plomada.
Miley levantó el vaso de vino hasta sus labios y tomó un sorbo lentamente. Iba a seducirlo nuevamente. Era sólo cuestión de cuándo y como.
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