I made this widget at MyFlashFetish.com.


martes, 17 de abril de 2012

Ola de Calor: Capitulo 26


Miley oyó que llamaban a la puerta a las cinco menos diez, y se miró en el espejo por última vez. Como en la invitación decía "ropa informal", se había puesto algo realmente informal. Sus pantalones de algodón blanco eran muy holgados, su blusa marinera enorme y los tenis que llevaba estaban bastante gastados. Se había puesto una pañoleta en la cabeza, no se había arreglado el pelo y no llevaba maquillaje. Ni perfume, ni adornos.
No era que quisiera estar poco atractiva, pero sabía a lo que se enfrentaba esa noche. Tenía que decirle a Nick que ella no servía como amante. El no parecía desalentado por lo sucedido aquella noche en la playa. Miley temía que tuviera planeado algo romántico y seductor para la cena. Vino, música y esas cosas. Quería que su aspecto poco arreglado lo desanimara y se olvidara de sus intenciones.
Abrió la puerta del frente cuando Nick estaba a punto de llamar por segunda vez. Entonces, algo cambió las ideas preconcebidas que Miley tenía sobre esa velada.
Nick no estaba vestido precisamente como un seductor. Llevaba puestos unos vaqueros gastados y una camiseta de manga corta. Su pelo rubio estaba enmarañado y no se había afeitado desde por la mañana. Miró a su invitada y silbó con suavidad.                
—Vaya, estás muy sexy —Miley no tenía que preocuparse por él. Era evidente que no estaba en sus cabales—. Gracias a Dios no rechazaste mi invitación, pelirroja —le dio un beso en la boca que la dejó sin respiración, luego levantó la cabeza y sonrió de oreja a oreja—. Pero basta ya de ternezas; ésta es una cena de trabajo y no tenemos tiempo para escarceos amorosos.
Su caballero andante bajó los escalones y la llevó, no a su elegante coche deportivo, sino a su camioneta, que estaba cubierta de polvo.
—¡Arriba! —exclamó sin abrirle la puerta y por fortuna ella subió con rapidez, porque estuvieron en la carretera antes que se pudiera abrochar el cinturón de seguridad.
Era evidente que Nick no tenía la intención de seducirla esa noche. ¿Por qué entonces no se podía tranquilizar ella?
—¿Qué es eso de una cena de trabajo, Nick?
—No es sólo trabajo, sólo un poco. Vamos a un bautizo. El bebé mide nueve metros; un yate de quilla pequeña, más para diversión que para participar en carreras. Lo puse en el agua esta tarde por primera vez, pero todavía no ha salido al mar. Su propietario está en Maine; espera saber mañana qué tal ha funcionado en este recorrido de pruebas. Tú y yo lo averiguaremos, pero me temo que tendré que pasar antes por el taller.
—¿El taller? —repitió Miley—. ¿Quieres decir donde haces los barcos?
—Espero que no te importe. Sólo tardaré unos segundos.
Tardó más de una hora, durante la cual Miley se sintió abandonada e ignorada. Otra mujer se habría enfadado. Miley estaba encantada. Ya se había olvidado de su idea de la tensa y traumática noche que había previsto. Claro, tarde o temprano tendría que hablar con él, pero no era culpa de Nick que estuviera ocupado en ese momento. Tampoco era culpa de ella que sintiera una insaciable curiosidad. ¿Qué mejor manera de entender a un hombre que a través de su trabajo?
Con las manos en los bolsillos del pantalón, Miley recorría el taller, curioseando.
El taller tenía tres edificios, todos enormes. En uno almacenaba madera. En el segundo, tres hombres y Nick rodeaban un enorme barco a medio construir; hablaban en una jerga incomprensible para Miley.
Luego deambuló por el tercer edificio, sola y feliz. Ese era el mundo de Nick. Arrugó la nariz al oler a acetona, disolventes y barniz, algo a lo que no estaba acostumbrada. Había dos ventiladores gigantescos en el centro del taller. Miley reconoció algunas herramientas. Otras le eran desconocidas.
Donde quiera que miraba, Miley veía organización, orden y control. En los tres edificios casi podía palpar el amor que ese hombre sentía por su trabajo.
Nick la encontró explorando el patio.
—Se suponía que no iba a tardar tanto —se disculpó él. Fue hacia Miley con un ceño fruncido y una mancha de polvo en la barbilla—. Vámonos de aquí.
—¿Estás seguro de que ya has terminado? No tienes que preocuparte por mí; estoy muy a gusto.
—Por supuesto que nos iremos; si nos escabullimos antes que Josh me encuentre y me diga que hay otro problema. Cuando demos la vuelta a la esquina del taller, corre como alma que lleva el diablo y no mires atrás aunque alguien grite "fuego".
Miley se rió divertida.
—¿Cuál de ellos es Josh?
—El de la barba que pone ojos de cordero degollado cuando te mira de arriba abajo —Nick la ayudó a subir a la camioneta—. Igual que los otros muchachos —una vez instalado al lado de su invitada, tuvo que levantarse para sacar la llave del vehículo de su bolsillo. Al hacerlo el pantalón se estrechó sobre su varonil cuerpo. La sonrisa que le dirigió a  Miley  fue igualmente varonil.
—Menos mal que saliste del taller a tiempo, si no los muchachos te habrían empezado a explicar cómo se hace un barco... cualquier cosa con tal de llamar tu atención.
—Todo me llamaba la atención. ¿Cuántos barcos construyes al año? ¿Qué tipo de barcos son? ¿Y todos los haces en esos edificios?
—Calma, pelirroja... no me preguntes tantas cosas a la vez.
Nick no condujo hacia la bahía de Charleston, sino al río Ashley. Fue por la Avenida Principal como si supiera que Miley adoraba las antiguas mansiones elegantes. Así era, pero la atención de Miley no se apartaba ni un momento de su acompañante.

--------------------------------------------------------------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario :) ♥