Consciente
del modo en que su cuerpo rodeaba al suyo, Miley solo pudo exhalar un suspiro.
Nicholas deslizó las manos por el cuello de su jersey y ella sintió otra
oleada de delicioso placer. Él paseó delicadamente las puntas de los dedos por
su cuello y luego regresó a los hombros.
Cuando Miley aspiró el aire, captó la seductora esencia de su loción para después del
afeitado, y sintió cómo se apoderaba de ella una especie
de debilidad. Aunque las manos de Nicholas estaban suavizando sus hombros,
había otras partes de su cuerpo que se sentían jubilosas, sensibilizadas,
deseosas... Miley dio otro sorbo a su copa de vino, y luego otro.
Nicholas
continuó su camino por la columna vertebral, deslizando las manos bajo su
camisa y moviendo los dedos lentamente por su espalda. Metió los dedos debajo
de su sujetador, pero no se lo desabrochó.
El mero
hecho de pensar que él pudiera acariciarle la piel desnuda provocó que a Miley se le pusieran duros los pezones. Aquella respuesta automática la pilló por
sorpresa. Si Nicholas conseguía de ella aquella reacción con un mero roce en
la espalda, ¿qué ocurriría si tratara de seducirla?
Aquel
pensamiento hizo que se sintiera todavía más débil, y Miley se puso tensa. Él
se detuvo un instante y ella lo escuchó aguantar la respiración antes de
continuar. No tardó ni un segundo en notar la erección de Nicholas por detrás.
Miley se
preguntó cómo era posible. Se le puso la boca seca y dio otro sorbo de vino
para remediarlo. Él deslizó los dedos desde el centro de su espalda hasta su
caja torácica. Miley contuvo la respiración. Una parte de ella, la más oscura,
no quería que se detuviera. Nicholas le acarició la espalda con los pulgares
mientras le deslizaba los demás dedos justo debajo del sujetador. Ella volvió
a contener la respiración, preguntándose si él le acariciaría los pechos.
Nicholas
volvió a descender las manos y Miley se mordió el labio inferior con gesto de
frustración. Su cuerpo echaba humo ante aquel inesperado deseo que sentía, y
se estiró en un intento de vencer la flaqueza.
Nicholas
se detuvo de nuevo y murmuró algo entre dientes.
De
haber sido capaz de encontrar las palabras, Miley le hubiera preguntado qué
había dicho, pero tenía el pulso tan acelerado como si hubiera estado corriendo
una maratón.
Él
volvió a subir las manos justo debajo de sus pechos y deslizó las manos bajo la
línea del sujetador. Miley contuvo la respiración mientras esperaba a que
continuara. Nicholas le acarició la parte inferior de los pechos y ella sintió
un calor creciente entre las piernas. Cuando sus dedos se posaron finalmente
sobre sus pezones, ella respiró con alivio y le dio otro sorbo a su vaso de
vino para combatir la sequedad de la boca.
-¿Te
gusta? -le susurró Nicholas deliciosamente a la oreja.
Ella
asintió con la cabeza.
-¿Te
refieres al vino? -preguntó él con un tono entre sensual y socarrón.
-A todo
-tuvo que admitir ella.
Nicholas
le desabrochó el sujetador, la atrajo hacia sí por la espalda y le cubrió los
pechos con las manos.
-¿Sabes
qué? -dijo él acariciándole los pezones con los dedos pulgar e índice-. Me
gustaría sorberte los pezones del mismo modo en que tú estás sorbiendo tu copa
de vino.
La
imagen le resultó tan erótica que Miley estuvo a punto de dejar caer la copa.
Nicholas lo impidió, cazándola casi al vuelo y dejándola sobre la mesa al lado
de la suya.
-¿Qué
estamos haciendo? -preguntó ella girándose para mirarlo a los ojos mientras
sentía una oleada de calor abrasándole el cuerpo.
-Algo
que ambos queremos hacer -respondió Nicholas atrayendo su boca hacia la suya.
La besó
en los labios con ardor y luego le introdujo la lengua para saborearla sin
dejar de acariciarle los pechos.
Nicholas
la abrumaba con tal cúmulo de sensaciones que ella no era capaz de asimilarlas
todas. Su boca sobre su boca, su lengua exploradora y seductora, sus manos
excitantes... Actuando de manera instintiva, Miley respondió a sus besos
enredando la lengua con la suya. Nicholas emitió un profundo gemido de aprobación,
se hundió en el sofá y colocó el cuerpo de Miley encima del suyo. Cuando le
cubrió el trasero para estrechar su pelvis contra la suya, ella sintió que se
le nublaba la mente.
-Tócame
-susurró Nicholas.
-¿Dónde?
-Donde
sea. Por todas partes -rectificó él.
Miley nunca se hubiera imaginado que el corazón pudiera llegar a latir tan deprisa.
Se preguntó si no estaría soñando. Aquella era una de las imágenes que no se
había atrevido ni a imaginar por temor a que el mero hecho de soñar con
Nicholas la colocara bajo su embrujo.
Ella le
echó los brazos por los hombros y deseó poder acariciar su piel desnuda.
Nicholas movió la pelvis contra ella y Miley se estremeció al notar lo duro que
estaba. El la elevó suavemente y le levantó la camisa para dejarle los pechos
al aire.
La
habitación comenzó a dar vueltas. Era muy fácil perderse en la sensación de
sentir su boca sobre su pezón, sus manos guiando su trasero hacia su
erección... Si ella estuviera desnuda, y él también, podría estar embistiendo
dentro de ella, apaciguando el deseo que él mismo había provocado.
Nicholas
la besó con más fuerza todavía y movió la lengua en el interior de su boca del
mismo modo que se hubiera movido dentro de su cuerpo. Miley estaba tan excitada
que apenas podía pensar, ni respirar.
-Ven
conmigo a la fiesta de mañana -dijo Nicholas de pronto con la respiración
entrecortada.
El tono
posesivo de su voz le encantó.
-Yo... yo...
-Di que
sí -la coaccionó él. Miley quería hacerlo, pero algo dentro de ella la previno.
Sentía como si el cerebro le funcionara con demasiada lentitud.
-Yo...
no puedo -dijo finalmente tratando de concentrarse-. El doctor Gallimore ya ha
dicho que me acompañaría.
-Cancela
la cita -insistió Nicholas mirándola a los ojos.
-No
puedo -afirmó ella con una pesadumbre que la quemaba como si fuera ácido-. No
sería justo. Ya se lo he pedido.
-Pero
tú prefieres ir conmigo... -aseguró él.
Para su
irritación, Miley no podía negarlo. Todo su cuerpo seguía ardiendo de deseo por
él.
-¿No te
han dicho nunca que puedes llegar a ser un poquito arrogante? -dijo ella
bajándose la camisa y tratando de no pensar en las ganas que tenía de sentirlo
tan cerca como fuera físicamente posible-. ¿Qué tal te sentaría a ti que cancelara
una cita contigo?
Con un
suave movimiento, Nicholas se incorporó hasta sentarse y le deslizó la mano
por el cabello.
-Cuando
estemos juntos, serás incapaz de imaginarte con alguien que no sea yo.
Aquello
era exactamente lo que Miley temía.
-¿Por
qué estás interesado en mí? -preguntó ella tragando saliva-. En cuestiones
sexuales, yo soy un pececillo y tú un tiburón. ¿Es que te gusta desayunar
pescado?
Nicholas
le tiró suavemente del pelo y compuso una mueca tan sensual que Miley sintió
como si estuviera precipitando al vacío.
-Yo
sabría cómo hacer que te gustara ser mi desayuno.
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