Al
final de la semana, Nicholas estaba prácticamente exhausto. Era viernes, y
aunque sabía que Miley estaría en casa, no se vio con la energía suficiente como
para quedarse más tiempo en la oficina.
Mientras
metía la llave en la puerta de entrada, vio que había una luz prendida en el
estudio y que estaba encendida la televisión. Nicholas sintió que se le
formaba un nudo en el estómago. Miley estaría allí, probablemente esperándolo.
No tenía fuerzas para resistirse ni para enfrentarse a ella, así que abrió la
puerta, esperando oír su voz llamándolo por su nombre.
En vez
de aquello, escuchó el sonido de una voz masculina saliendo del estudio. Nicholas
se asomó con curiosidad y vio a Liam, el amigo de Miley, jugueteando con su
cabello. Luego lo escuchó murmurar algo, inclinar la cabeza, y atraerla hacia
sí para estrecharla entre sus brazos.
Nicholas
sintió que algo en su interior se congelaba. Se quedó allí parado, observando
a Miley en brazos de Liam durante cinco segundos completos. Sintió que lo
asaltaba el mismo sentimiento de traición que había experimentado con
Delta.
Miley se
inclinó hacia atrás y su rostro se hizo visible para Nicholas. Sus miradas se
cruzaron durante una fracción de segundo. Ella abrió la boca como si fuera a
decir algo, pero Nicholas no se quedó allí para escucharlo. Se dio la vuelta y
se dirigió a las escaleras. Cerró tras él la puerta de su dormitorio,
sintiéndose invadido por una furia helada. Cayó entonces en la cuenta de que
todavía tenía el abrigo puesto. Se lo quitó y se aflojó la corbata. Luego se
desabrochó la camisa con tanta fuerza que se saltaron dos botones. No debería
importarle un comino a quién abrazaba o quién la abrazaba a ella. Debería darle
igual. Aquel había sido el objetivo de toda la semana, conseguir que no le
importara.
Llamaron
a la puerta con los nudillos, pero Nicholas no respondió. Tenía el pulso
acelerado. Terminó de quitarse la camisa y se dirigió al minibar para servirse
un vaso de whisky escocés. ¿Cuándo aprendería que no se podía confiar en las
mujeres?
Volvieron
a llamar a la puerta, pero él actuó como si no lo hubiera escuchado. Se bebió
el whisky de un trago y sintió cómo el líquido se deslizaba por su garganta,
quemándola.
-Tenemos
que hablar -dijo Miley abriendo la puerta con los ojos brillantes.
-No -respondió él-. Márchate. Ella negó con la
cabeza y cerró la puerta tras de sí.
-Desde
que te dije que te amaba, te has comportado como un imbécil.
-Pensé
que te habías tomado lo nuestro más en serio de lo que era. Pero acabo de
comprobar que estaba equivocado.
-Lo que
has visto es a Liam consolándome. Sí, estaba llorando.
-No
tienes que darme ninguna explicación-aseguró él sirviéndose otra copa-. La
nuestra no era una relación de exclusividad. Puedes hacer con Liam lo que
te dé la gana.
-¿A ti te daría igual que nos convirtiéramos en amantes? -preguntó Miley palideciendo.
-Puedes
hacer lo que te parezca. No es asunto mío.
-No
puedo creer que me estés diciendo esto -aseguró ella con los ojos anegados en
lágrimas-. Yo no quiero a Liam, te quiero a ti.
La
imagen de Miley en brazos de Liam se repetía una y otra vez en su cabeza.
Nicholas estaba impresionado y horrorizado al mismo tiempo por la profundidad
de su dolor.
-No
tiene importancia. Si quieres estar conmigo, podemos pasar un buen rato. Como
siempre.
Miley tragó saliva al escuchar aquellos comentarios tan hirientes. Nicholas sabía
que ella tenía mucho aguante, pero que no soportaría que él menospreciara lo
que habían compartido. Fue testigo del momento en que Miley comenzó a alejarse
emocionalmente de él. Fue como si de pronto se hubiera construido una coraza.
Ella apartó la vista y se abrazó a sí misma.
-Tengo
que pensar en lo que voy a hacer -dijo finalmente en voz baja.
-¿A qué
te refieres? -preguntó Nicholas, desconcertado por su súbita falta de emoción.
-Me
refiero a que tengo que pensar si lo mejor para mí no sería marcharme.
La idea
de que Miley despareciera lo golpeó como un mazazo.
-No
puedes irte -aseguró Nícholas-. Tenemos un contrato.
-Con un
periodo de prueba de treinta días -aseguró ella mirándolo a los ojos-. Han
pasado muchas cosas, pero aún no se ha cumplido ese plazo.
-No
puedes utilizar eso en contra mía -dijo él.
-¿Utilizar
el qué? -respondió Miley-. ¿Cómo crees que podría usar nada en tu contra? Estoy
empezando a pensar que eres un completo misógino. O tal vez seas masoquista.
Te niegas a creer que una mujer pueda amarte y esté dispuesta a hacer lo que
sea por ti. Te niegas a confiar en ella cuando te ha dado todos los motivos del
mundo para hacerlo.
Miley tenía los ojos brillantes de rabia, y los cerró en un intento de
tranquilizarse.
-Tengo
que pensar en qué será lo mejor -aseguró levantando una mano-. Tal vez tú no
me necesites, pero Molly sí. Al menos por ahora.
Y dicho
aquello, Miley se dio la vuelta y salió del dormitorio, dejando a Nicholas a
solas para que se enfrentara a duras cuestiones sobre sí mismo.
Nicholas
se bebió el whisky suficiente como para dejar de lado aquellas cuestiones y sus
punzadas de remordimiento. A la mañana siguiente, tenía una buena resaca.
Después de darse una larga ducha, se dirigió a la cocina con el corazón
latiéndole a toda prisa.
-Buenos
días -dijo saludando a la doncella con una inclinación de cabeza-. ¿Dónde está
Molly?
-Buenos
días, señor Barone -respondió ella mientras le servía una taza de
café-. La niña está con su madre.
Miley dijo que necesitaba tomarse el día libre
y lo arregló para que la niña estuviera con su abuela.
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OKOK LES VOY A DEJAR UNO MAS :D
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