Nick la alcanzó de
pronto, luego aflojó el paso, arrogante y confiado. Miley le devolvió la sonrisa
desafiante. La adrenalina corrió por sus venas y las piernas le comenzaron a
doler. La euforia se apoderó de ella.
Miley jadeaba y se reía
con la misma libertad que Nick cuando llegó al tronco. El había ganado la
carrera y esperaba su premio.
—Olvídalo, tonto. Nunca
acepté esa apuesta.
Nick jadeaba igual que
ella. Sus ojos se entrecerraron peligrosamente.
—Has perdido. Me debes
un premio.
—Eres un bribón —Miley se
esforzó por contener la risa.
—Tienes dos bolsillos.
Estoy seguro de que tienes dinero en uno de ellos.
—No tengo nada. Por
Dios, déjalo ya, Larson —ella retrocedió, acercándose al mar. Nick avanzó. Ella
volvió a retroceder. Nick sonreía y de repente el corazón de Miley comenzó a
latir desbocadamente—. Te juro que no tengo dinero en los bolsillos.
—¿Crees que podría
confiar en la palabra de una mujer que se niega a reconocer que ha perdido una
apuesta?
—Compórtate —Miley colocó
una mano abierta delante de ella, como quien trata de detener a un toro que
quiere embestir.
—Sólo quiero ver qué
tienes en los bolsillos.
—No me toques, Nick
Larson. Si te acercas un paso más lo vas a lamentar. Te...
Miley se dio la vuelta
para echar a correr cuando él se abalanzó, pero Nick ya la había sujetado por
la cintura con un brazo y con la otra mano le hurgaba en el bolsillo. Estaba
todavía conteniendo la risa cuando los latidos de su corazón alcanzaron una
velocidad vertiginosa.
—Diantres. No hay en
este bolsillo —dijo Nick con aire inocente y la hizo volverse hacia él.
—Bribón...
El la besó evitando que
continuara insultándolo. Miley pensó que iba a desmayarse.
Cada vez que sentía los
brazos de Nick alrededor de ella, sabía que no debía, que no podía arriesgarse.
No tenía excusa para haber ido allí con él ese fin de semana; no tenía excusa
para permitir que la besara. Sabía lo que Nick quería, y nada tenía que ver con
su amistad o con ayudar a sus hijas, y al responder a su beso, le había dado
razones para que creyera que ella buscaba lo mismo.
Y ahí estaba el meollo
de la cuestión, porque en realidad ella quería lo mismo que él. Nunca había
sentido nada más agradable que las enormes y cálidas manos de él deslizándose
por su piel. Quería probar su boca; quería acariciarlo y entregarse a él.
Se dijo que no había
aprendido la lección. Respondía con ardor a las caricias de Nick, porque la
atracción era muy poderosa. Comenzaba a creer que nada podía salir mal si hacía
el amor con Nick.
El quería besarla. Y no
sólo eso, pero ya sabía hasta dónde llegaba Miley antes de retroceder asustada y
también lo que él sentía cuando ella respondía con vehemencia. Había un punto
en el que el escarceo dejaba de ser divertido, donde el deseo podía convertirse
en una torturante necesidad física. Pero no quería presionarla. Quería que Miley lo deseara y se entregara libremente y de buen agrado, sin miedo. Libre, no
insegura. Y Nick no dudaba que podía controlarse cuando fuera necesario.
Pero no había tenido en
cuenta las reacciones de Miley. Siempre, sus besos habían sido agradables, dulces
y sensuales; incluso apasionados. Pero nunca desesperados. Siempre, ella le
había hecho saber, de manera sutil, cuándo quería que se contuviera.
Le ciñó la estrecha
cintura, acercándose a ella de manera deliberada, sensual.
Miley no se apartó. Se
apretó contra él con igual sensualidad.
Se pusieron de rodillas
en la arena, sin apartar sus bocas. Sus primeros besos eran apasionados y ella
parecía que quería más que eso.
Pero él se dio cuenta de
que estaba asustada aunque lo deseara tanto como él a ella. Los dedos de Miley subieron por los brazos de Nick, se deslizaron por sus hombros y se enredaron
en el escaso vello de su pecho. Sus bocas estaban fundidas en un beso profundo,
intenso.
Nick trató de mantener
el control, aunque había deseado, ansiado, soñado con que Miley lo tocara así.
Con libertad. Con espontaneidad. Con pasión.
Estaba segura de que
ella lo detendría en ese momento.
Pero no lo hizo. Sus
delicadas manos se posaron en la cremallera de los pantalones de él. Su boca no
se desprendió de la de él; su beso era ardiente, fervoroso, ávido.
Nick frotó un muslo
entre los de Miley y ella le bajó lentamente la cremallera. Nick le soltó el
broche del sostén. Contempló sus senos a la luz de la luna. Eran pequeños,
perfectos. Los acarició con la boca. Miley se arqueó para recibir esas suaves,
lentas, húmedas caricias.
—Si quieres que me
detenga, dímelo ahora, cariño —Nick supo que su voz era ronca, incluso áspera—.
Amor mío, hazlo, porque si no...
Miley volvió a besarlo en
los labios.
—¡Por todos los santos, Miley...!
La besó con vehemencia.
La besó en los labios. La besó en la garganta. Le terminó de abrir el mono,
diciéndose que quizá Miley había perdido el control, pero él era más fuerte. De
ninguna manera le haría el amor por primera vez en una playa con la arena
metiéndose en los sitios más incómodos y el océano rugiendo en el fondo.
Cuidadosa, tímida,
tentativamente los dedos de Miley se deslizaron por los pantalones de él.
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OMG!!
ResponderEliminarME ENCANTO EL EPISODIO MAS CALIENTE HAHAHAH !
ME ENCANTO GRACIAS AGUS TQ♥