Miley adoraba el mar, pero
no por la noche, no cuando estaba sola. Nick estaba entre ella y ese abismo
oscuro e insondable. Ella pensó que Nick siempre haría eso con la mujer que
quisiera; ponerse entre ella y los oscuros abismos de la vida.
Se controló de inmediato
cuando comprendió dónde la estaba llevando ese pensamiento.
—Te he contado cómo era
de adolescente para ser sincera contigo, Nick. En realidad creo que soy la
última persona que podría aconsejarte sobre tus hijas... es muy probable que
echen de menos a Nicole —agregó.
Nick no replicó. Miley podría tener ganas de hablar de Nicole, pero él no.
—¿Nick?
Era evidente que ella
iba a insistir en el tema. Nick suspiró. Se dijo que quizá había llegado la
hora de hablar de su mujer.
—Sé que las chicas echan
de menos a su madre —dijo—. Trato de convencerme de que estoy haciendo un buen
papel como padre. Pero no me hago ilusiones respecto a ocupar el lugar de su
madre. Es duro para ellas.
—También para ti. Estoy
segura de que la echas de menos. Nicole jamás ocultó lo feliz que era —la sonrisa
de Miley fue gentil—. Muchas veces me dijo que eras el único hombre en la tierra
con quien pudo haber convivido.
Hizo ese comentario para
hacerle sonreír, pero a la luz de la luna vio el semblante austero de su
acompañante y cómo en sus ojos se reflejaba algo que no podía definir a ciencia
cierta. ¿Acaso era dolor?
—Sí; creo que era feliz
con lo que había entre nosotros.
—¿Es que lo dudas? Todo
el vecindario sabía que eran una pareja perfecta —Miley se sintió incómoda de
repente—. ¿No eran... felices?
La voz de Nick fue seca,
apacible, tajante.
—Estábamos casados. Y si
no hubiera muerto, sin duda seguiríamos juntos.
—Lo cual me indica lo
que opinas de la lealtad y la fidelidad en el matrimonio, pero no es eso lo que
te he preguntado. ¿Eran felices?
—Nicole lo era. Tengo que
creerlo, o catorce años de mi vida carecerían de sentido. Ven aquí, pelirroja
—cuando ella no me movió de inmediato, el extendió un brazo y le puso la enorme
mano detrás de la nuca. La estrechó hasta que sus caderas chocaron mientras
andaban—. Te estás volviendo muy descarada últimamente, me haces preguntas
personales, actúas como si tuvieras derecho a saberlo todo sobre mí.
—Tengo derecho a saber...
—Por supuesto. Si
quieres saber si he olvidado a Nicole, la respuesta es no. No he olvidado ni
espero olvidar a una persona que formó parte de mi vida tantos años.
—Por supuesto que no.
—Pero lo que realmente
quieres saber, lo que estoy seguro que esperas oír, es que aún no me he
recuperado de la pérdida de mi esposa. Guardo muy buenos recuerdos de Nicole,
pero nada que pueda constituir una amenaza para ti. No la veo cuando te estoy
mirando. No la deseo a ella cuando te toco. No pienso en lo que tuve. Cuando
estoy contigo pienso en lo que puedo tener —recorrió la cara de Miley con la
mirada lenta e intensamente y el corazón de ella latió alocado.
—Yo... —Miley se dijo que Nick había interpretado mal por completo la razón por la que ella había
mencionado a su esposa.
Pero él le sostenía la
mirada. Ella temía que Nick la comprendiera demasiado. Temía que pudiera darse
cuenta de cómo una mujer podía mentirse a sí misma, por ejemplo.
—¿Ibas a decir algo?
—No me acuerdo —murmuró ella.
—Bien, porque ya basta
de temas serios. Hace una noche agradable y el cielo está cubierto de
estrellas. Te apuesto cinco dólares a que llego primero a ese tronco que está
allí, en la playa. Te daré ventaja hasta contar cinco.
—Nick......
—Uno... ¿todavía no has
salido, pelirroja? Creí que nunca rechazarías un desafío. Dos....
Miró a su acompañante
con una sonrisa retadora. Quizá él estaba de humor para hacer una absurda
carrera por la playa, pero Miley estaba estupefacta. Nunca se le había ocurrido
que Nick hubiera sido infeliz con Nicole. Más aún, Miley tenía la impresión de
haber tocado un tema que él prefería no tratar.
—Tres...
Miley echó a correr,
aceptando el desafío automáticamente.
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