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sábado, 14 de abril de 2012

Ola de Calor: Capitulo 22


Miley oyó cómo el pecho de él se movía y retumbaba. Azorada, levantó la cabeza. Nick ni siquiera intentó contener la risa y sus ojos brillaban con malicioso humor.
—Querida, créeme. Eres todo menos frígida. De eso estoy más que convencido.
El lo tomaba a broma. Le parecía graciosa la idea de que ella se pudiera considerar frígida. 
Miley conducía hacia Calhoun. Casi todos los que la conocían pensaban que era anticuada, conservadora. Nunca salía con hombres y sólo hablaba con aquellos con los que tema alguna relación de trabajo. Sin embargo sabía que era afectuosa y cálida con las personas a las que quería. Era desconcertante saber que Nick la podía considerar una mujer apasionada. Tanto que la idea de que pudiera considerarse frígida le hacía reír.
Miró por el espejo retrovisor. "No se ha sacado esa impresión de la manga, Miley Finley. Con ningún otro hombre te habías comportado como lo has hecho con él", se dijo para consolarse.
Lo sabía, y por ello había procurado evitarlo los últimos tres días. Impaciente, metió tercera. El tráfico en Charleston era muy lento a la hora de comer a principios de agosto. El calor y la humedad eran abrumadores.
Había dos papeles en el asiento de cuero del pasajero. Uno lo habían puesto en la puerta de atrás de su casa, el otro en la puerta principal esa mañana. Las notas contenían idéntica información: cena esta noche, a las cinco, ropa informal.
Podría haber ignorado una nota. Dos era más difícil. Larson volvía a asediarla. Como una cobarde, ella se había estado ocultando tres días, no contestaba el teléfono, inventaba excusas para estar fuera de casa y para ver los proyectos de renovación de la tienda. Sabía que no estaba actuando con madurez y aun así estuvo pensando toda la mañana cómo rechazar esa invitación a cenar.
Dio la vuelta hacia el callejón que estaba detrás de la bodega, apagó el motor y sacó la llave. Las nubes se agolpaban al oeste, como anunciando que iba a llover. La ola de calor no había cedido en un mes. Quizá era el bochorno del ambiente el causante del estado de ánimo de Miley. Se sentía profundamente deprimida.
Si no había resultado con Nick, jamás resultaría. Si una quería a un hombre, si confiaba en él y lo respetaba, y aun así no resultaba, la situación era irremediable.
Sabía cómo rechazar el ofrecimiento de Nick de esa noche. Podría volver a su casa y colocar las notas en las puertas como si nunca las hubiera visto. Había muchos lugares donde podría esconderse hasta que pasaran las cinco. Y lo cierto era que tenía mucho trabajo.
"Vamos, Miley. Vives en la casa de al lado. Vas a tener que encontrarte con él en cualquier momento", se regañó.
Lo sabía. Lo único que quería era que ese momento se retrasara. Quizá en 1995 ó 1996. Todavía no.
La campanita sonó cuando ella entró en la tienda. Selena levantó la vista de la caja registradora.
—¿Has comido bien?
—Sí, gracias. Yo me ocuparé de la caja. Puedes ir a comer. Hace demasiado calor para hacer nada rápido hoy.
—Ya comí —Selena sacó de debajo del mostrador una botella de Coca-Cola dietética y Miley hizo una mueca—. Te llamó Nick. Quería recordarte que pasaría a buscarte a las cinco.
—Gracias —respondió con ironía—. ¿Algo más? ¿Un huracán? ¿Una llamada de Hacienda? ¿Un robo?
—Nada tan desastroso.
—Asombroso.
—Pero tienes dos visitantes esperándote en tu oficina.
—¿Visitantes?

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