Miley contuvo la respiración cuando escuchó a Nicholas subir las escaleras la noche
siguiente. Se había quedado hasta tarde en el trabajo, y cuando escuchó sus
pasos cerca de su puerta, Miley deseó con toda su alma que llamara con los
nudillos. Esperó, pero no hubo llamada. Escuchó cómo Nicholas entraba en la
habitación de Molly, pero en la suya no entró.
Aquel
silencio la atravesaba como un cuchillo. Nicholas Barone quería sonrisas
cálidas, noches de pasión y sentirse aceptado, pero no quería su amor. Miley cerró los ojos llena de dolor.
«No
puedo creerlo», pensó mientras se levantaba de la cama. Estaba segura de que
no había sido solo sexo. Nicholas podía conseguirlo con cualquier mujer. Tal
vez él no se diera cuenta, pero la razón por la que la deseaba era porque ella
lo amaba. Seguramente, aquella certeza lo hiciera sentirse incómodo, pero lo
que Nicholas Barone quería y necesitaba era el amor de una buena mujer. Y esa
mujer era ella.
Miley comenzó a recorrer la habitación de arriba abajo. Le dio vueltas a la idea de
irrumpir en el dormitorio de Nicholas, encender las luces y gritarle que lo
amaba y que no se avergonzaba de ello. Se acabó el tener que morderse el labio
para evitar que se le escapara en la oscuridad, y se acabó el temor a que él
pudiera leerlo en sus ojos. Las cartas ya estaban boca arriba, y, por una
parte, Miley se sentía aliviada.
Y por
otra, aterrorizada.
Nicholas
no le había pedido en voz alta la noche anterior que se marchara de su
dormitorio, pero se notaba que quería estar solo. Y después de la intimidad que
acababan de compartir, aquello le resultó doloroso a
Miley. Aun así, entendía
que Nicholas necesitaba tiempo para digerir lo que sus cuerpos se habían
demostrado sin palabras, y eso no podía conseguirse en cuestión de segundos. Miley lo entendía.
Si le
dejaba algo de tiempo para pensar, tal vez Nicholas recapacitara. Era la única
opción que le quedaba. Había quedado claro que ella lo amaba, y él quería ese
amor. Y aunque Nicholas no estuviera enamorado de ella en aquel instante, tal
vez con el tiempo... El lazo que los unía era demasiado poderoso. Nicholas
volvería a ella.
Al
menos, así lo esperaba.
-¿No me
has oído, Nicholas? -le preguntó su hermana Gina con el ceño fruncido-. ¿Qué te
ocurre? Es la tercera vez que te repito lo mismo.
Nicholas
sacudió la cabeza y se pasó la mano por el pelo. Se puso en pie, incapaz de
permanecer sentado ni un segundo más.
-No me
pasa nada. Simplemente, no dormí muy bien anoche.
-¿Saliste
otra vez con Corinne? -preguntó Gina levantando una ceja.
-No. Un
hombre puede tener muchas cosas en la cabeza que no tengan que ver con las
mujeres.
-¿Hay
alguna cuestión de trabajo que yo debería saber? —insistió ella frunciendo el
ceño.
Nicholas
exhaló un suspiro. Su hermana era tremendamente intuitiva y persistente. Necesitaba
ambas cualidades para triunfar en la empresa familiar. Nicholas sabía que
muchas veces tanto él como su padre la habían subestimando en ese terreno.
-La
empresa marcha estupendamente. Tú deberías saberlo mejor que nadie.
-Entonces, si tampoco es por Molly, tiene que tratarse de una mujer
—aseguró Gina sentándose en el escritorio de su hermano. -Tal vez no sea asunto
tuyo. -Tal vez pueda ayudarte -respondió ella sin inmutarse-. Has salido con
tantas mujeres desde Delta que no tengo dedos para contarlas, pero no te
había visto feliz hasta hace unas cuantas semanas. Si has encontrado a alguien
que valga la pena, no la dejes escapar.
Y dicho
aquello, Gina dejó sobre la mesa el informe que había ido a llevar y salió del
despacho. Nicholas se metió las manos en los bolsillos y miró por la ventana
hacia la Avenida Huntington. Si su hermana pequeña era capaz de darse cuenta de
lo que estaba ocurriendo, entonces había ido bastante más lejos de lo que
esperaba. Había permitido que Miley se acercara demasiado, y ahora lo estaba
pagando. Se había prometido a sí mismo que nunca volvería a implicarse tanto
con una mujer como para perder su capacidad de concentración.
Miley no
era la primera mujer que le confesaba su amor en un momento de pasión. Pero sí
era la primera mujer que creía que de verdad lo amaba. Las demás querían algo,
pero Miley no se consideraba a sí misma lo suficientemente atractiva como para
considerar la idea de casarse con él. No, ella buscaba algo mucho más peligroso
que una boda o su dinero. Miley quería ser su amiga y su amante. Era capaz de
ofrecerle su corazón en una bandeja, pero quería el suyo a cambio.
Y el
solo hecho de pensarlo lo aterrorizaba.
Durante
las dos siguientes noches, Nicholas se quedó a trabajar hasta tarde, y, después
de entrar a ver a Molly, pasaba por delante de la puerta de Miley. El hecho de
saber que la tenía tan cerca le provocaba un deseo de estar con ella que le
aprisionaba el pecho. Turbado, Nicholas se marchaba a su habitación y trataba
de dormir, pero las imágenes de Miley aparecían una y otra vez, y su risa lo
envolvía durante su duermevela como una caricia.
La
tercera noche, Nicholas siguió el mismo procedimiento. Cerró con cuidado la
puerta de Molly y, aspirando el aire, captó una suave esencia que le resultó
familiar. Se dio la vuelta y vio a Miley enfrente de él. El corazón le dio un
brinco.
-¿Cómo
estás? -preguntó ella dulcemente.
Sus
ojos reflejaban un cúmulo de emociones que lo atraían y lo alejaban al mismo
tiempo. Lo natural, lo más fácil para él, hubiera sido abrazarla, pero no lo
hizo.
-Bien
-respondió Nicholas-. Muy ocupado.
-Te he
echado de menos -susurró Miley acercándose a él-. Pareces cansado. ¿Quieres que
te sirva una copa de vino? —preguntó alzando la mano para acariciarle la
barbilla.
La
presencia de Miley suavizó miles de durezas que tenía en su interior. Nicholas
se dijo a sí mismo que ella no debería tener semejante poder sobre él.
-No. Sólo
necesito dormir.
Nicholas
trató de apartar los ojos de su mirada, pero no fue capaz. Cuando ella se puso
de puntillas y lo besó en los labios, no pudo retroceder.
-¿Has estado reflexionando y has decidido que ya no quieres estar
conmigo?
Nicholas
tenía tantas ganas de besarla que le dolía el cuerpo. Se moría por tomarla en
brazos y llevarla a su habitación. Se moría por perderse dentro de ella.
-No
hagas que entre nosotros parezca que hay más de lo que hay -dijo Nicholas,
tanto para ella como para él mismo.
La escuchó entonces quedarse un instante sin
respiración y se dio cuenta por la expresión de sus ojos de que le había hecho
daño. Se dijo a sí mismo que era un dolor necesario, pero no podía evitar
sentirse como si alguien le hubiera clavado un cuchillo en el costado. Ella se
había acercado demasiado.----------------------------------------------------------------------------
COMO COMENTARON LES DEJO CAPS DE ESTA NOVE, NO SE TODAVIA SI DOS O TRES...MMMM... LO VOY A PENSAR :D
wow nick es un miedoso al amor...
ResponderEliminarme encantoo