Nick se mudó a una casita que estaba a
quinientos metros de la de Miley. Sentado en el balcón, mientras observaba las
olas romper rítmicamente contra la playa, empezó a sentirse en paz. El océano
no se parecía nada a la guerra. Cambiaba cada segundo, pero en cierto modo
permanecía constante. Mirar las olas era la mejor terapia... mucho mejor que la
que recibió en el ejército.
Cuando se metía en la cama, la imagen de Miley Newton apareció en su cabeza. Se preguntó entonces qué estaría haciendo.
¿Enfrentándose con una hoja en blanco? ¿Dibujando una escena gris? ¿O se
estaría quedando dormida, como él?
La fotografía de su mujer que Liam le
enseñaba a todo el mundo lo había dejado fascinado. En ella, Miley se reía con
abandono y era el equivalente femenino a un rayo de sol. Liam, un tipo alegre,
había conseguido pasar por el campamento de instrucción sin que nadie pudiera
quitarle esa alegría. Era simpático, nada cínico, al contrario que Nick. Él
tenía cinismo suficiente para una docena de hombres. Quizá por eso le caían tan
bien el sargento Newton y las historias que contaba sobre su mujer. Porque eran
frescas e inocentes. Nick no recordaba haber sido fresco e inocente desde que
su padre murió, cuando tenía siete años.
Entonces volvió a pensar en Miley.
Aunque la tristeza que había visto en sus ojos le encogía el corazón, estar con
ella lo animaba. Y era tan guapa...
Su pelo era una cascada de oro y su piel,
tan blanca, emanaba feminidad. Sus labios le recordaban a una jugosa ciruela y
.aquella maldita camiseta que parecía jugar al escondite con sus curvas...
Esa imagen lo excitó. Pero su atracción
por Miley no era nada personal, se dijo. Estaba frustrado, sexual, personal y
mentalmente. Apartando las sábanas, Nick saltó de la cama y fue desnudo a la
ducha.
«Olvídate del agua fría».
Bajo una ducha caliente, al menos podría
librarse de parte de su frustración... imaginando que estaba con la mujer de
sus sueños.
Nick se levantó a las seis de la mañana.
El entrenamiento con los marines había condicionado su vida y quizá nunca
podría volver a levantarse tarde. Pero era mejor así. Después de desayunar
café, tostadas y huevos revueltos, se puso unos pantalones cortos y fue
corriendo por la playa hasta la casa de Miley.
El primer paso para sentirse normal era
dormir de noche y trabajar de día. Miley Newton era como una niña, que tenía
mezclados el día y la noche. Y por eso necesitaba un poquito de ayuda.
Nick llamó a la puerta y esperó. Y
esperó. Y volvió a llamar.
Oyó un golpe y luego un grito. La puerta
se abrió entonces y Miley lo miró, con los ojos guiñados.
—Tengo la impresión de que esto ha pasado
antes.
—Lo siento. Pensé que estarías despierta
—sonrió Nick—. ¿Te apetece correr un rato por la playa? No tengo la pierna al
cien por cien, así que debo ir más despacio de lo que me gustaría...
—¿Correr? —lo interrumpió ella—. ¿Ahora?
¿Qué hora es?
—Las diez.
—Ah —murmuró Miley, apartándose el pelo
de la cara—. Es que anoche estuve trabajando en un dibujo que seguramente no
podré usar —añadió, suspirando.
—Si no te ves con fuerzas... —se aventuró Nick, intentando retarla.
Ella frunció el ceño.
—Claro que tengo fuerzas. Puede que esté
un poco oxidada, pero puedo correr como todo el mundo.
Nick asintió, sonriendo. Buena señal.
—¿Quieres que te espere aquí mientras te
cambias?
Miley miró su camiseta arrugada como si acabara
de percatarse de que la llevaba puesta. Y se puso como un tomate.
—Sí, debería... bueno, entra. No tardaré
mucho.
—Gracias.
Al acercarse, respiró su aroma. Era un
olor fresco, sexy, a mujer dormida, que lo hizo desear enterrar la cara en su
pelo... Ese pensamiento lo pilló por sorpresa. Y no le hizo ninguna gracia.
Cuando Miley desapareció por el pasillo,
el gato se acercó para olerlo y luego se apartó con gesto desdeñoso. Él nunca
había entendido a los gatos ni a los amantes de los gatos. Los felinos nunca se
acercaban cuando uno los llamaba, todo lo contrario. Además, esperaban recibir
comida y alojamiento desdeñando a sus dueños. A él le gustaban más los perros.
Miley volvió poco después con el pelo
sujeto en una coleta. Llevaba una camiseta ajustada y unos pantalones cortos
que dejaban al descubierto su ombligo. Algunas enfermeras del centro de
rehabilitación habían coqueteado con él, pero ninguna de ellas iba vestida así.
Llevaba demasiado tiempo encerrado,
pensó, y sus hormonas estaban enloquecidas. Antes del accidente salía con
muchas chicas, nunca tuvo problemas para encontrar una mujer. Liam decía que no
le duraban más que una caja de cervezas y no iba muy descaminado. Aunque
siempre había dejado claro que no estaba haciendo promesas... no tenía tiempo
para una relación seria.
Apartando la mirada del ombligo de Miley, Nick se pasó una mano por el pelo.
—¿Lista?
—Sí, vámonos.
Empezaron a correr por la playa y, veinte
minutos después, temió que Miley cayera desmayada.
—Aquí hay un café. ¿Quieres que paremos
un rato?
Ella se detuvo y lo miró a los ojos con
una mezcla de agotamiento y alivio.
—¿Tú quieres parar?
—Si te desmayas, llevarte en brazos hasta
tu casa con esta pierna mía va a ser un problema.
—¿Quieres decir que no estoy en forma?
—En absoluto. Yo creo que estás muy en
forma. Pero puede que te falte un poco de práctica.
Miley abrió la boca para protestar, pero
pareció pensárselo mejor.
—Deja que te invite a desayunar.
—Estoy tan agotada que no sé si podré
comer.
—Seguro que sí.
No se había equivocado. Después de tres
vasos de agua, un zumo de naranja y una taza de café, Miley se lanzó sobre las
tortitas y los huevos con beicon como si no hubiera comido en varios días.
—¿Más sirope? —preguntó Nick.
—No, gracias.
—¿Más tortitas?
Ella sonrió, con la boca llena.
—Vamos, dilo.
—¿Decir qué?
—Que estoy muerta de hambre. ¿Cómo lo
sabías?
—Si lo que vi en tu cocina es una
indicación de lo que hay dentro de la nevera, debías estar muerta de hambre.
Los cereales no satisfacen a nadie.
—A mí sí.
—¿Cuándo fue la última vez que tomaste
proteínas?
—No hace mucho —contestó ella a la
defensiva.
—Estupendo. ¿Qué tomaste?
—La semana pasada tomé algo de queso...
Como tenía la boca llena, el resto de la
frase resultó ininteligible.
—¿Queso con qué?
Miley empezó a jugar con su tenedor.
—Queso con galletitas.
—Ah, ya veo. ¿Estás a dieta?
—No. Es que cuando tengo mucho trabajo
atrasado, se me olvida comer.
—Te entiendo. Cuando tengo mucho lío, yo
sólo tomo cacahuetes y café.
—Me alegra saber que a veces también tú
te dejas llevar por tus más bajos instintos —rió Miley—. Pero sospecho que no
ocurre a menudo.
No tan a menudo como a él le gustaría,
pensó, mientras la veía llevarse una fresa a la boca.
—¿Seguro que quieres pasar todo el día
rascándote?
Ella lo miró, boquiabierta.
—¿Cómo sabes que soy alérgica?
—Me lo contó Liam.
—Será tonto... ¿Qué más te contó?
—Lo sé todo sobre tu familia, tu salud,
tu educación, tu trabajo, tu vida amorosa...
—No me lo puedo creer. Tú lo sabes todo
sobre mí y yo de ti sólo sé lo listo que Liam decía que eras, lo buen líder que Liam decía que eras y lo rápido que puedes correr.
—Ya no puedo correr tan rápido.
—Corres más deprisa que yo.
—Sí, pero es que tú no estás en f...
—Nick no terminó la frase.
—Oye, que yo no me he entrenado con los
marines, no puedo tener un cuerpo lleno de músculos como ustedes —replicó
ella, levantando la barbilla—. Mira esos bíceps... eres un fortachon.
Nick sonrió. El halago, aunque a
trasmano, le había producido una extraña alegría.
—Créeme, tu cuerpo no es precisamente
desagradable a la vista.
Miley lo miró a los ojos y... pasó algo.
No sabía qué.
—Eres muy amable. Y gracias por el
desayuno, pero creo que ya puedo volver a mi casa —dijo, sonriendo—. Ahora
tengo la excusa de que no se puede hacer ejercicio después de comer.
—Ah, es verdad —rió Nick, dejando un par
de billetes sobre la mesa—. Espero que te haya gustado sentir la brisa del mar
en la cara, el sol sobre tu piel...
—La amenaza de infarto —lo interrumpió
ella—. ¿Seguro que a los marines no los entrenan para convertirlos en sádicos?
—le preguntó mientras salían del café.
—No —contestó él, mirando su trasero.
«Puedes mirar, pero no tocar»—. Masoquistas. Somos todos masoquistas.
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MUAAAJAAJAAAAAAAAA HASTA ACA POR HOY CHICAS :D CAPAZ, NO PROMETO NADA, MAÑANA SUBA DE LA OTRA NOVE :D BESITOS ♥
jajajajajjaja
ResponderEliminarAgus me encanto TODO
pero lo ultimo me mato «Puedes mirar, pero no tocar»
y luego dice qe son masoquistas jajaja
me facino ya qiero mas (cuando puedas ;)
Muchos besitos y abrazos!!!
encantada con la novela tan lindaaaa, sigo pensando que se párese a la movie de zac y estuvo bueno lo ultimo pero ohh nick pronto podrás tocar. sube pronto agus cuidate hermosa.
ResponderEliminarahhh tienes que seguirla no seas cruel siguela ahhhh
ResponderEliminarsiguela linda!!... siii siii siguelaaa!!!!!!!!!!! me gusta muchoo!!!!!!!!!...... publica ya!! okya :) TE QUIERO.. besos
ResponderEliminarMe encantooooooo!! siguela! esta buenisima!! :)
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