UNA joven salió
sonriendo de la cocina, con una niñita pisándole los talones. — ¡Hola Demi! Por fin lo ha conseguido.
Demi se detuvo y dejó de besar la cara de Sam
— ¿Cuándo? ¿Cómo?
—Estaba gateando en el jardín,
después de la comida, y de pronto le he
dicho que ya era hora de comenzar a andar igual que Daisy. Sam se ha quedado
mirándome fijamente y después se ha levantado apoyándose
en su corralito y ha venido hacia mí, como si me hubiera
comprendido.
Demi apoyó al bebé sobre su cadera y
movió la cabeza, maravillada.
—Pensé que seguiría gateando hasta que fuera a la escuela, no parecía tener mucha prisa por aprender. Vamos a tomar un
jerez para celebrarlo.
— ¿Celebrarlo? —repitió la muchacha con rapidez—.
¿Has conseguido el trabajo?
Demi negó con la cabeza y le relató
lo sucedido, mientras llevaban los vasos de jerez al jardín. Demi metió
a Sam en el corralito y Daisy lo siguió.
Selena y Taylor Murray eran los inquilinos de Demi y ocupaban los dos pisos superiores de la
casa. Durante la semana, Selena cuidaba de Sam, y también de su hija Daisy. A cambio, los fines de semana
era Demi la que se encargaba de los niños,
mientras Selena y Taylor trabajaban en el ático.
Selena pintaba acuarelas de flores y frutas, mientras que Taylor, que era
profesor en una escuela de arte, se dedicaba a su pasión particular: el grabado.
El arreglo
funcionaba bien. La interdependencia de las dos familias se desarrollaba sin
obstáculos, porque las reglas eran elásticas; estaban abiertas a adaptaciones de última hora.
—No tienes por qué
ser tan pesimista, no puedes estar segura de que has fracasado —dijo Selena, sentándose
con las piernas cruzadas sobre la hierba.
—Completamente no, supongo. Pero a ese hombre le ha
dado un ataque de nervios porque no he puesto en la solicitud que soy viuda.
—Quizá le gustas.
— ¡No digas tonterías!
—Se rió Demi—. Su único
interés consistía en asegurarse de que sabría manejar sus modernos ordenadores sin ninguna
vigilancia mientras él viajaba alrededor del mundo
para atender sus negocios.
— ¿Qué aspecto tiene?
—Autoritario.
— ¡Cielos! —Selena la miró con curiosidad—.
¿Has visto a su hermano?
—No —Demi bajó los ojos—. La oficina de
Joseph Jonas ocupa el último piso de su
lujoso edificio, y únicamente está acompañado por la señorita Pennycook. No he visto a nadie más.
Selena estaba ansiosa
por oír algo acerca de la señorita Pennycook, cuyo nombre no había sido mencionado con frecuencia en las últimas semanas.
—Creo que la persona que escojan será una copia, más
joven, de la legendaria señorita Pennycook —suspiró Demi—. Estoy segura de que las otras aspirantes tienen más experiencia que yo.
Selena se mostraba más optimista.
—Escucha, Demi: soy una firme creyente del destino.
Si no consigues ese trabajo, me cortaré
la lengua.
Un súbito grito de Sam puso fin a esa tranquila
conversación. Demi se levantó del corralito y le pidió
que le demostrara de nuevo su recién adquirido talento.
Soltó la mano regordeta y se retiró. Sam la siguió
tambaleándose. Daisy rogó que le permitieran bañarse
con Sam y Selena desvistió a los dos niños, mientras Demi se cambiaba de ropa y
se ponía unos pantalones vaqueros y un
jersey de algodón. Cuando entró en el baño, Selena estaba
arrodillada, supervisando una carrera de patitos, en medio de gritos y chapuzones. Demi se sintió de pronto exhausta, pero se unió a la alegría
general con una sonrisa. Enjabonó el cuerpecillo de
Sam, lo aclaró y le secó
los cabellos sedosos y oscuros. Después, Selena se llevó a Daisy a cenar al segundo piso y Demi le dio al hambriento bebé una tortilla y un
zumo. Más tarde le contó un cuento y el ritual terminó con una canción.
La canción de siempre, pues Sam se negaba
a dormirse sin escuchar El buho y el gatito. Después, lo llevó
a la cuna que estaba en una habitación contigua a la
suya.
Una vez en la cama, Demi tardó mucho, muchísimo tiempo en dormirse, a pesar de que necesitaba
descansar. Sam era un ángel y se dormía temprano, pero también
se despertaba al amanecer, lleno de energía. Demi se levantaba a las seis y media, tomaba una ducha y daba de desayunar a
Sam. Luego jugaba con él una hora antes de
vestirse para ir a trabajar. Como mínimo comía con el bebé
tres veces por semana, a no ser que tuviera una cita con Sue Rivers. Solía quedar con ella una o dos veces por semana para
que le diera información de primera mano
sobre las empresas Jonas. A pesar de que ya no la necesitaba, quería seguir viéndola
pues sentía un gran remordimiento por haber
cultivado su amistad con fines totalmente interesados. Si no hubiera sido por
Sam, la hubiera invitado a comer a su casa para demostrarle su agradecimiento.
Pero pensaba que cuantas menos personas conocieran la existencia de Sam, mejor,
en especial si, por un milagro, Joseph Jonas decidía
que merecía el supremo honor de convertirse
en su secretaria.
Demi esperaba
recibir la carta de rechazo en un par de semanas, pero, para su sorpresa,
recibió una breve misiva de la señorita Pennycook al siguiente lunes. Le preguntaba si
podría entrevistarse unos minutos con
el señor Jonas, el jueves veintiocho, a
la hora de la comida. Parecía que el empresario
había reducido el número de las candidatas y estaba efectuando una serie
de entrevistas cortas.
—Se me ha concedido otra audiencia —anunció Demi, cuando dejó a Sam con Selena—. Su eminencia se digna a verme antes de hacer
una elección definitiva.
—Eso es estupendo —Selena se acomodó una serie de pulseras de plata en su delgada muñeca
y se hizo cargo de Sam . Eso significa que tienes muchas posibilidades de
conseguir el empleo
Demi no estaba tan
segura y se presentó en la Empresa a la hora concertada, más
nerviosa que en la primera entrevista.
Una de las
recepcionistas le indicó que subiera al último piso donde la esperaba la señorita Pennycook. El hecho de que asumiera que ya conocía el camino reconfortó
a la joven.
La señorita Pennycook le dio la bienvenida con un saludo agradable,
le invitó a que se sirviera una taza de
café y a sentarse una silla.
—Siéntese, señora Lovato —pidió con amabilidad—.
El señor Jonas en este momento está ocupado, así que quizá no le importe contestarme unas preguntas mientras
espera.
En el fondo, Demi dudaba que Joseph Jonas estuviera ocupado. Lo más
probable es que le hubiera ordenado a la señorita Pennycook que investigara a
cada solicitante antes de que hiciera la elección
final.
—Es usted muy joven para ser viuda, señora Lovato-empezó la secretaria.
—Mi marido murió
al poco tiempo de casarnos.
— ¿Tiene familia?
—Mis padres murieron cuando yo era una adolescente.
Vivo en la casa que mi
marido compró cuando nos casamos y pago mis
gastos alquilando el piso superior a una pareja con un niño.
—Muy razonable —la
señorita Pennycook tomó nota y alzó la vista con rapidez—.
¿Planea casarse de nuevo? Perdone
si me entrometo en su vida privada, pero el señor Jonas desea esta información de todas sus
candidatas.
Demi sofocó una punzada de resentimiento y cabeza.
—No, no planeo volverme a casar.
—En tal caso, ¿podría acompañar en sus viajes al
señor Jonas si fuera necesario?
Demi pensó en esa posibilidad. Encerraba algunos problemas.
Pero podía contar con Selena para
encargarle a Sam.
—Sí, señorita Pennycook. No habría
problema.
—Perfecto —la mujer se volvió hacia el aparato de intercomunicación cuando sonó—.
Sí, señor Jonas, la señora Lovato está aquí. ¿Le digo que pase?
Esa vez el enorme
despacho la deslumbró menos, pero Joseph Jonas, con su
altura y un traje elegantísimo, la impresionó más.
—Buenas tardes, señora Lovato —saludó
él con voz baja—. Es usted muy amable en sacrificar la hora de su
comida para venir a verme.
Demi se sentó en la silla frente al escritorio.
—Prefiero esto a tener que pedir más tiempo libre.
—Eso pensé —la miró sin hablar durante
algunos segundos—. ¿Ha
reflexionada sobre la idea de trabajar para mí,
señora Lovato?
Demi lo miró sin parpadear, contenta de que él no hubiera adivinado que no había pensado en otra cosa desde la primera entrevista.
Algunas veces le parecía que su vida entera
estaba centrada en el propósito de trabajar
para Empresas Jonas.
—Sí, desde luego.
— ¿Y a qué conclusión ha llegado? ¿Es
este tipo de trabajo que desea? Le aseguro que no le hago un regalo; la señorita Pennycook gana cada centavo que le pago con el
sudor de su frente.
—Lo sé.
Para sorpresa de Demi, él le sonrió. Y cuando Joseph Jonas sonreía, parecía diferente... menos
intimidante, casi humano.
—Si me disculpa —le
dijo—, tengo que hablar con la señorita Pennycook. No la haré
esperar mucho tiempo.
Cuando la puerta se
cerró, Demi sonrió al imaginarse a Joseph Jonas interrogando a su
secretaria acerca de las preguntas que ésta
le había hecho. ¿Por qué, se preguntó, no la habría
interrogado él mismo? Quizá había considerado que
era algo demasiado personal y deseaba evitarlo. A ella le pareció perfecto.
Las pestañas oscuras de la chica velaron sus pupilas color
avellana. No estaba interesada en Joseph Jonas, después
de todo, sino en su hermano menor, Nicholas Jonas, que era el encargado de las
finanzas de la empresa. Joseph Jonas era un hombre que se había hecho a sí
mismo y su hermano era parte de esa historia que todo Pennington conocía. Pero existía
un capítulo del que sólo ella estaba enterada. Controló sus pensamientos. Ni siquiera le habían ofrecido el puesto. Entrelazó las manos y rezó
en silencio. De pronto se detuvo. Le pareció
poco ético pedir a la divinidad que la
ayudara a realizar un plan que causaría
grandes inquietudes a los hermanos Jonas. Un plan que en realidad no les gustaría en lo más
mínimo.
Demi se puso tensa
cuando Joseph Jonas volvió y se sentó detrás de su escritorio.
La chica miró su rostro de facciones duras,
tratando de mantenerse indiferente para ocultar la esperanza que latía en su corazón.
—No la tendré
en suspenso por más tiempo, señora Lovato —le
dijo consciente de la tensión de la joven. Su
expresión continuaba impasible, pero sus
ojos no perdían detalle—. Creo que no merece la pena hacerla esperar hasta
que la señorita Pennycook le envíe una carta de aceptación.
Si cree que le gustaría trabajar para
empresas Jonas, señora Lovato, le ofrezco el puesto
de secretaria y asistente personal, con el sueldo anunciado y un período de prueba de seis meses, durante el cual
comprobaremos si podemos trabajar juntos con eficiencia. La señorita Pennycook ha sido mi apoyo durante mucho
tiempo, algunas veces usted necesitará
tener paciencia conmigo. Le prometo proceder con prudencia, y, desde luego,
durante el primer mes la señorita Pennycook
permanecerá con nosotros para ayudarla.
Demi lo contempló en silencio, incapaz de creer lo que estaba oyendo.
¿Sería
verdad? ¿El cielo le había concedido la oportunidad que tanto anhelaba?
—Gracias, señor Jonas —dijo después de unos segundos de silencio—. Estoy muy contenta de aceptar su oferta.
—Bien —el rostro de Joseph se relajó un poco al ponerse de pie y
tenderle la mano por segunda vez—. Bienvenida a las
empresas Jonas, señora Lovato. La señorita Pennycook se encargará de darle su contrato para que lo firme.
Demi apenas podía creer en su buena suerte. Y cuando llegó a su casa, a Selena le bastó
con verle la cara para saber que debía sacar el jerez
para brindar. Demi comenzó a bailar por el
cuarto con Sam en un brazo y Daisy en el otro, hasta que cayó con ellos al suelo, riéndose.
—Le he entregado mi renuncia al señor Keyes. Empiezo a trabajar en Empresas Jonas a
principios de mes —concluyó
su historia triunfal y luego aceptó un segundo vaso de
jerez.
—Así que lo has
conseguido, Demi —sonrió Selena, sentándose en el suelo, con su propio
vaso de licor.
—Todavía no, pero estoy en
camino.
Selena arrulló a su hija y miró
a su amiga con ojos ansiosos por encima de los rizos de la niña.
— ¿De verdad crees que va a ser tan satisfactorio como
piensas?
—Quieres decir que la venganza es un arma de doble
filo y todo lo demás, ¿no
es así?
—No va con tu personalidad, eso es todo. Me pregunto
si llegarás hasta el final.
Demi contempló atónita a la muchacha.
— ¡Claro que lo haré!
Ha sido la motivación más
grande de mi vida desde que... —titubeó.
—Desde que Libby murió
—finalizó Selena por ella y suspiró—. Lo sé. Y me preocupa. Aunque tu plan tenga éxito, no le va a servir de nada a Libby, ni a ti
tampoco. Y, además, tienes que pensar en Sam.
Al oír su nombre, Sam se puso de pie, apoyándose en el codo de su madre con una mirada
imperiosa en su carita regordeta.
—Din-dins —dijo con firmeza.
—Está bien, está bien —accedió Demi—. Hora de bañarse.
—Din-dins —repitió el niño y Demi le sonrió a Selena antes de decir:
—Te prometo que Sam no resultará afectado. Siempre lo consideraré lo más importante en mi
vida.
—Ya es hora de que consideres otras cosas —Selena se encogió
de hombros—, como volverte a casar.
Demi negó con la cabeza.
—De ninguna manera. Un hombre en mi vida es más que suficiente, gracias.
Más tarde, mientras daba de comer a Sam, recordó las palabras de Selena, y se dijo que su amiga se
equivocaba. Lo último que necesitaba era un
hombre en su vida. Sam era el único varón que necesitaba. Trató
de concentrarse en el cuento nocturno, pero su mente divagaba. ¿Cuántas solicitudes
habrían recibido para el puesto? Sue
le había dicho que docenas y Demi sintió que tenía derecho de sentirse
orgullosa por la simple razón de que había sido elegida.
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HOLAAAA CHICAS! TANTO TIEMPO, RECIEN HOY NO TENGO NADA PARA HACER DEL COLEGIO U.U AGOTADA ES POCO DECIR JAJAJAJ BUENO, UN CAP MAS DE ESTA NOVE, EL SABADO LES VUELVO A SUBIR XQ MAÑANA TENGO UN DIA APRETADO, ME VOY A COMPRAR EL DVD DE UP ALL NIGHT TOUR :D AKSJKAJAKJSK Y A LA NOCHE TENGO EL CUMPLEAÑOS DE UNA DE MI MEJORES AMIGAS Y VAMOS A SALIR, POR ENDE, NO VOY A ESTAR, ESTUVE LEYENDO SUS BLOGS, NO COMENTE EN TODOS, PERO LOS LEO :)
ESPERO QUE LES GUSTE
BESITOS ♥
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HOLAAAA CHICAS! TANTO TIEMPO, RECIEN HOY NO TENGO NADA PARA HACER DEL COLEGIO U.U AGOTADA ES POCO DECIR JAJAJAJ BUENO, UN CAP MAS DE ESTA NOVE, EL SABADO LES VUELVO A SUBIR XQ MAÑANA TENGO UN DIA APRETADO, ME VOY A COMPRAR EL DVD DE UP ALL NIGHT TOUR :D AKSJKAJAKJSK Y A LA NOCHE TENGO EL CUMPLEAÑOS DE UNA DE MI MEJORES AMIGAS Y VAMOS A SALIR, POR ENDE, NO VOY A ESTAR, ESTUVE LEYENDO SUS BLOGS, NO COMENTE EN TODOS, PERO LOS LEO :)
ESPERO QUE LES GUSTE
BESITOS ♥